De guías mediocres, fotógrafas mexicanas y oligopolios de aparcamientos

Aunque las alarmas estaban puestas más tarde, fuera de España no aprecian las persianas así que nos despertamos en cuanto empezó a entrar el sol.

Mientras preparábamos el desayuno, entre todas las etiquetas de precios encontramos un paquete de cápsulas de café con algo como "coffee free" escrito con boli así que dedujimos que era un pequeño gesto de generosidad que el miserable del Rami había tenido con sus huéspedes.

Tras el sucinto desayuno, terminamos de recoger y dejamos el piso.


Dejamos las maletas en el coche y fuimos al punto de encuentro del free tour, donde nos vimos rodeados de otros 60 ó 70 españoles. Había dos guías, y aunque uno tenía una voz potente y clara y el otro estaba ronco y hablaba con un fuerte acento austriaco, tras una división aleatoria de grupos nos tocó con el malo y cometimos el error de no cambiarnos.

Parecía que estaba improvisando la guía; no contaba nada interesante, ni siquiera un par de pinceladas de la historia de la ciudad, y en su lugar se recreaba en anécdotas totalmente frívolas de Mozart intentando ligar con las damas de la corte con escaso éxito.


A la media hora, viendo que el tour no solo no iba a remontar sino que cada vez iba a peor, no aguantamos más y abandonamos el grupo para seguir la visita a Viena por nuestra cuenta.

Nuestra primera parada fue la biblioteca nacional de Viena, previo pago de 10 pavos (descubrimos pronto que absolutamente todo cuesta dinero). Tenían un montón de losas de tumbas romanas y Jose nos estuvo aprendiendo a leerlas.

I.O.M. es Jupiter Optimus Maximus

Y en la parte de arriba pasamos a la biblioteca.

El foco de luz verde quedaba regular


Y tras esto pusimos rumbo al parlamento.

Todo eran palacios y estatuas enromes

Allí le preguntamos en un perfecto inglés a una chica que pasaba por allí que si nos hacía una foto, nos dijo que yes y mientras posábamos nos empezó a dar indicaciones en castellano.

La estatua de Atenea con el casco y el peto dorados es espectacular

Estuvimos hablando un rato con ella, quien nos contó que era una mexicana afincada en París, y poco después nos despedimos de ella para seguir visitando la ciudad.

Tras esto fuimos a ver el templo de Perseo, que intentaba imitar a un templo griego, y nos volvimos a encontrar a nuestra nueva amiga mexicana, con quien nos quedamos hablando un rato más.

Y completamente hipoglucémicos tras pasar el día andando fuimos a comer a un restaurante local, donde acabamos pidiendo unos schnitzels.

Con renovadas fuerzas fuimos a visitar la Hundertawasserhaus, un edificio con una clara inspiración en Gaudí (de hecho, hasta algunos los souvenirs eran las figuritas que hay en el parque Guell).


Y casualmente encontramos al lado una cafetería con tarta sacher, y tras dos días buscándolas nos tomamos un pequeño descanso para probarlas.

Es de chocolate con mermelada de albaricoque

Y tras esto volvimos al coche, primero en tranvía y luego en bus, ambos con un precio bastante reducido.

Tras una hora de coche después llegamos a Bratislava, donde empezamos la odisea para aparcar.

Resulta que en Bratislava los aparcamientos están gestionados por 4 ó 5 empresas diferentes que se reparten el usufructo de las plazas y cada una tiene una aplicación diferente desde la que pagar. Además hay zonas y cada una de ellas tiene sus propios horarios y tarifas.

Esto lo descubrimos tras traducir con Google Lens las señales de aparcamiento que veíamos y por una señora de supuesto origen coreano a la que preguntamos y nos explicó perfectamente.

Además resulta que los domingos los aparcamientos son gratis y todos estaban llenos, así que tuvimos que aparcar donde malamente pudimos y pedir un Uber para llegar al centro, donde teníamos el apartamento. 

Con respecto al Uber merece la pena pensar que creíamos que el conductor era un asqueroso por no decir absolutamente nada durante el viaje, pero luego pensamos que quizá era mudo porque al salir nos sonrió y se despidió con un pulgar arriba.

Sacamos la llave del apartamento de una caja con candado en la puerta y tras subir y dejar las cosas estuve gestionando el aparcamiento, que al final nos salió por casi 25 pavos hasta el martes por la mañana, mientras Jose hablaba con el miserable de Rami.

Resulta que donde nosotros habíamos leído "coffee free" realmente ponía "caffeine free" en alemán, y a nuestro manco austriaco le extrañaba no ver por ningún lado los 6 pavos que nos quería cobrar por 3 capsulas.

Tras explicarle el malentendido, y en un gesto de munificencia desmedida, decidió convidarnos a 3 capsulas churreras de café descafeinado, aunque también nos contó que le hizo gracia la nota del perro que le habíamos dejado.

Vimos que había otro BILLA debajo del piso así que bajamos a comprar unos raviolis, un paquete de carbonara y unas cerves para cenar y unos huevos y yogures para desayunar.

Al volver al apartamento Pedro se ocupó de cocinar mientras nos duchábamos. 

Tras cenar, pusimos un España vs Croacia de fondo mientras echábamos unos Unites.


Y en cuanto terminó, Pedro, en un envidiable alarde de narcolepsia, se quedó dormido inmediatamente mientras Jose y yo dábamos caza a unos mosquitos eslovacos antes de apagar la luz.

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