De vuelos internacionales, mexicanos austriacos y peleas callejeras

El vuelo salía a las 11 así que nos levantamos tranquilamente a las 8 y llamamos a un uber para ir al aeropuerto.

He descubierto NewPipe para bajarme vídeos de YouTube así que las casi 3 horas de vuelo se pasaron entretenidas. 

Al llegar a Viena nos encontramos a Jose esperándonos a la salida del aeropuerto y procedimos a abrazarnos con gran cariño y hermandad.

Fuimos al parking a por el coche que había alquilado en Brno y desde ahí a dejar las cosas al apartamento antes de ir a comer algo.

Como siempre que vamos con Jose, tuvimos suerte y encontramos un parking gratis esperándonos en la misma calle.

En la segunda planta ya estaba Rami, el host de AirBnB, esperándonos con una mano ventada y una sonrisa en la cara.

El Rami, que tenía pinta de turco-austriaco de cuarta generación, nos explicó las normas del piso y nos desgranó los precios de cada uno de los alimentos, bebidas, perfumes y hasta preservativos (a 3 pavos la unidad) que tenía en el piso como si de un Mercadona se tratase.

Le faltó vendernos rascas como en Ryanair. Cuando el miserable de Rami se fue, Pedro planteó la posibilidad de que la venda de la mano se debiera a sus múltiples enfrentamientos entre bandas callejeras.

Cuando dejamos las maletas eran las 15.30, así que bajamos a ver dónde comíamos.

Acabamos en un restaurante mexicano con los carteles en alemán donde pedimos simplemente fijándonos en las fotos de los platos.

Al final no lo hicimos mal; unas quesadillas y tacos con salas exóticas plagadas de capsaicina.

Eran las 16.30 cuando dejamos el mexicano y nos dirigimos al centro. Cogimos un tranvía a precio bastante asequible (0€ mientras no te pillara el inexistente revisor) y al bajar nos recibieron las vistas del casco antiguo.

Comprobamos que la fiesta del orgullo LGTBI estaban en todo su auge, porque todo el mundo iba con banderas multicolores, actitud festiva y estrafalarias prendas impúdicas. 


Visitamos, boquiabiertos, los exteriores de los palacios imperiales y sus plazas con estatuas faraónicas.

La estatua de Mozard

También visitamos la ópera de Viena, aunque solo desde el exterior. Nos dimos cuenta de que era la ópera de milagro, ya que su construcción se asemeja totalmente a la de los edificios que la rodean.


Eventualmente llegamos a la iglesia de san Carlos, con sus dos columnas monumentales decoradas con un relieve narrativo al estilo de la columna de Trajano en Roma.

Y pudimos pasar a verla.

Posteriormente nos dirigimos a la zona de la catedral de san Esteban.

El tejado a dos aguas multicolor de la catedral nos encandiló.


Y su interior nos dejó pasmados.

🎨

Al salir vimos a un hombre y una mujer compasadamente desnudos llevando exclusivamente una capa de pintura a modo de ropa. Luego nos dirigimos hacia el Danubio, y de camino nos percatamos de que un grupo de adolescentes, sospechosamente vestidos todos con camisas negras, dijeron algo aparentemente despectivo a dos personas que portaban coloridas banderas. 

Aunque nos íbamos a ir, dimos la vuelta para ir a una tienda de souvenires y al llegar a la entrada vimos que los chicos con camisas negras estaban teniendo gresca con dos chicas y un chico también celebrando el orgullo. La situación era muy rara porque parecía que la pelea era como una especie de juego en el que todos sonreían, pero a la vez se increpaban en un idioma completamente ininteligible para nosotros. 

De pronto la situación pareció tensarse, con golpes que parecían más serios, y entonces entró en escena un nuevo individuo, vestido de negro, más fuerte que los otros, con el que se encaró una de las chicas.

Tras varios gritos y forcejeos, el chico le endiñó un puñetazo cargado de rabia en toda la mandíbula a una de las chicas, que cayó como un peso muerto al suelo, totalmente KO antes incluso de dar con la cara en el asfalto.

Nos quedamos helados, como el resto de las personas de alrededor, sin saber cómo reaccionar, aunque vimos cómo algunos llamaron a la policía. Mientras, la otra chica, al ver que su amiga había caído al suelo inconsciente, intentó pegarle al chico, y este también la tumbó de una patada en la barriga. 

Viendo que cada vez había más gente, el grupo de camisas negras se fue corriendo de la escena, de forma miserable, mientras personas que parecían entender de primeros auxilios ayudaban a la chica inconsciente, que estaba sangrando por la frente de forma abundante.

Fue entonces cuando empezó a llegar policía, que comenzó a recopilar imágenes de los agresores aportadas por aquellos que habían grabado todo en sus teléfonos móviles.

El man de rojo resultó ser policía secreto, ya que sacó rápidamente la placa y empezó a organizar el tráfico

Tras unos minutos, nos fuimos de la escena de la pelea impactados, sin ganas de hacer mucho más. Primero nos acercamos al Danubio.


Y luego fuimos a un parque cercano, donde nos sentamos y reflexionamos sobre la fragilidad de la moral y la mandíbula humana.

Cuando vimos que no llegábamos a ninguna conclusión pacífica fuimos a la estación de tranvía más cercana.

Un canal que vimos de camino

Viendo que escapar iba a ser más difícil que en un autobús, decidimos prudentemente pagar los 7,4 que costaba para no acabar en una cárcel austriaca compartiendo celda con un grupo de amigos vestidos de negro.

Al bajar nos encontramos con una carrera de karts en mitad de la carretera, aunque después de lo que habíamos visto ya nada nos sorprendía.

Pasamos por un BILLA, un supermercado, para comprar la cena, y tras dar unas vueltas hipnotizados por tanto producto exótico vimos que la misma botella de vino que el miserable de Rami nos quería colar a 5 euros allí costaba 2. Finalmente compramos 3 pizzas y dos de esas botellas para cenar y unos yogures y frutos rojos para desayunar.

Al llegar al piso, y antes de ducharnos, nos percatamos de una libreta que había en la mesa del salón con recuerdos de gente que había estado en el piso.


Así que nosotros también le dejamos una.


Tras esta pequeña broma nos organizamos para ducharnos por turnos mientras comíamos un queso austriaco celestial y degustábamos un excelente vino blanco Chardonnay, a la vez que paralelizábamos la cocción de las pizzas.


Cuando todos estuvimos listos, procedimos a devorarlas como en un ágape mientras charlábamos sobre las visicitudes de la vida y cómo todo se complica cada vez más al calor de un fuego digital.

Aunque nos quedaba mucho por hablar, a las 12 todos estábamos extraordinariamente cansados, y a la vista de que al día siguiente volvíamos a madrugar para acudir a un free tour por la ciudad, decidimos dar por finalizada la conversación e irnos a dormir tras nuestro primer día en Austria.

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