De iglesias barcelonesas, recepcionistas disléxicos y crêpes picantes
La alarma sonó a las 5 y media (casualmente la misma hora a la que me levanto cuando madrugo para ir a Madrid) y nos dimos prisa para vestirnos rápido y terminar de meter las cosas en las mochilas. El Caby llegó a las 6 y veintimuchos minutos de calles desiertas después llegamos a Atocha.
Subimos al OUIGO sin mayor problema hasta que una mujer con dos bebés se nos sentó en el asiento de atrás y el apacible silencio de un tren a las 7 de la mañana se vio interrumpido por los descalibrados gritos de un bebé que acaba de descubirr que tiene garganta pero no sabe muy bien cómo usarla.
Ambos nos pusimos música (aunque María no tardó mucho en dormirse) y pasamos el resto del trayecto sin oir mucho más.
Llegamos a Barcelona-Sans dos horas y media después.
Fuimos paseando a Plaza España mientras desayunábamos algunas de las viandas que habíamos traído.
Aunque, para nuestra tristeza, cuando llegamos nos la encontramos en obras.
Fuimos paseando a la aventura así que, de nuevo, voy poniendo las fotos en orden de las cosas que vimos
![]() |
El Palau de la música |
Llegamos al parque a la 1 y empezábamos a estar cansados así que nos quedamos sentados un ratete en único banco que encontramos libre.
Cuando nos volvimos a ver fuertes nos intentamos hacer una foto pero nos daba el sol de cara y esto fue lo mejor que consegumos.
Al bajar vimos un montón de gente bailando y haciendo boxeo en mitad del parque y estuvimos teorizando sobre qué te empuja a hacer algo así, y mientra salíamos del parque fuimos viendo varias movidas.
Pusimos dirección a la Barceloneta aunque de camino paramos para ver la Estació de França (y hacer un pis).
Cuando llegamos a la playa dimos un par de vueltas mientras esperábamos a que se quedara algún sitio libre, pero eventualmente lo conseguimos y por fin nos sentamos a comer los bocadillos que hicimos anoche.
Nos quedamos casi una hora sentados disfrutando del sol hasta que nos dimos cuenta de que descansaríamos más en el hotel en el que nos alojábamos, el Hotel Constanza, así que fuimos para allá.
Cuando llegamos al hotel pasamos sin problemas, pero al ir a decirle al señor recepcionista que tenía una reserva dije en su lugar que tenía un hotel, de lo que no me di cuenta hasta ver la cara de desconcierto del pobre hombre. Por suerte, María estuvo rápida y aclaró rápidamente el malentendido.
Además, nos dijeron que no les quedaban habitaciones así que nos ofrecían una suite por el mismo precio, a lo que no pudimos negarnos.
Cuando subimos, dejamos las maletas y nos tumbamos directamente en la cama para descansar un poco, pero para sorpresa de nadie no tardamos ni 2 minutos en caer dormidos. Como fuimos previsores pusimos una alarma que sonó media horita después, pero aún así tardamos otro rato en conseguir salir de la cama.
Antes de irnos, y acordándome de los fieles lectores del blog, grabé varios intentos de room tours hasta que conseguí el bueno.
Un poco antes de las 7 salimos del hotel y un poco después llegamos a Plaza España a por un autobús que nos llegara a Montjuïc.
Tuvimos que preguntar al conductor cómo pagar para subir pero finalmente conseguimos montarnos.
Fuimos disfrutando de las vistas hasta que llegamos arriba. Ya sabíamos que había que pagar para entrar al castillo, así que nos conformamos con verlo desde fuera y bajar paseando.
Las vistas durante el paseo eran bastante bonitas.
Eventualmente llegamos al Museu Nacional d'Art de Catalunya desde el que se veía toda la ciudad.
Y nos sentamos un ratete mientras disfrutábamos de las vistas.
Ambos cometimos el error de no coger abrigo así que en cuanto se fue el sol empezamos a tener bastante frío y decidimos no tardar mucho en bajar.
Pusimos rumbo al hotel mientras buscábamos sitios donde cenar. De casualidad pasamos al lado de un restaurante chino con un escaparate desde el que se veía a una señora, presumiblemente china también, cocinar unos crêpes salados, y tenía tan buena pinta que pasamos a por otros.
Fue de las mejores decisiones que tomamos a lo largo del día y salimos cada uno con medio crêpe enorme, calentito e increíblemente bueno, aunque picaba un poquito y al final María, en un acto de generosidad sin precedente, dejo que me terminara el suyo.
Aún así no bastó para saciar a nuestros cuerpos hiperglucémicos de tanto andar así que seguimos buscando dónde recenar. Al final acabamos en un KFC al lado del hotel prácticamente fagocitando unas megaboxes.
Desde ahí fuimos directamente al hotel. Llegamos sobre las 11, nos lavamos los dientes y antes de darnos cuenta estábamos en la camita. Hicimos un amago de mirar los móviles pero vimos rápidamente que era inviable, cerramos los ojos y caímos rendidos.
Comentarios
Publicar un comentario