De carnes ahumadas, supermercados asiáticos y youtubers prolíficos
De nuevo y para sorpresa de nadie nos volvimos a levantar un poco tarde.
Estuvimos limpiando a fondo el piso, nos duchamos e hicimos un poco de tiempo para ir al Jimbo, donde hace más de un año nos negaron la entrada por no tener reserva (y esta vez fuimos previsores).
El camarero era prácticamente un humorista, y nos recomendó sabiamente qué elegir.
Y la espera mereció nos recompensó con esta bandeja.
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Aunque el pulled pork estaba extremadamente bueno, nos encontramos el brisket un poco seco y terminamos bañándomo el una salsa casera estilo barbacoa espectacular, aunque en general para ser una smokehouse el sabor a smoke no era muy marcado.
Para bajar la comida fuimos dando un paseo de media horilla hasta nuestra siguiente parada; un super asíatico al lado de la antigua residencia de María.
La cantidad de productos exóticos era tal que acabamos agobiados y nos salimos a sentarnos a un banco mientras hablábamos de las visicitudes de las compañeras de residencia de María.
Volvimos descansados y con las ideas claras así que cogimos un carrito y repetimos los pasillos que acabábamos de andar para cargarlo.
De ahí fuimos directamente al metro para volver a casa y, como ahora somos youtubers, grabamos un unbolsing de la compra.
Y cuando nos duchamos y nos pusimos fresquitos hicimos otro vlog (porque las facturas de autónomos no van a pagarse solas).
Como todo era autocontenido no tuvimso que fregar mucho así que pudimos pasar directamente a ver Hasta el cielo en la pantalla ultrawide.
Cuando acabó María me preguntó que a qué hora iba a levantarme mañana, con lo que me recordó la fatídica realidad de que era domingo y teníamos que madrugar la mañana siguiente.
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