De frutas asiáticas y compañeras de baño oligofrénicas
Como no podía ser de otra forma, nos levantamos temprano como dos buenas personas productivas y nos pusimos a trabajar duro.
Para el desayuno teníamos la pugua (creo que es el nombre inglés; buscándola en Google no consigo saber ni cómo se llama en español), y como no sabíamos cómo comer eso lo pelamos y lo mordisqueamos un rato hasta decidir que no nos gustaba.
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Hasta probamos a freir un poco pero tampoco |
Yo estuve telecurrando desde la cama y María estudiando en el salón hasta la hora de la comida, para lo que hicimos raviolis de calabaza y ricota con salsa de tomate y atún.
Por la tarde dimos una vueltita de una hora y algo mientras María me seguía contando las peleas de bandas de su residencia.
Aunque la idea era ver una peli por la noche nos quedamos con el móvil y cuando nos dimos cuenta ya era demasiado tarde (sobre todo para la nueva corriente de películas de 2 horas para arriba) así que nos quedamos un hablando un ratete en la cama hasta la hora de dormir.
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