De tesoros funerarios y canopos regateados
Como no podíamos sacar la tarjeta de embarque por internet nos tocó levantarnos aún más pronto para ir a sacarla al aeropuerto con varias horas de margen. En avión salí a las nueve menos algo y a las 5 y poco de la mañana ya estábamos por allí. De hecho llegamos tan pronto que aún no había llegado el man que las imprime y nos tocó esperar.
Volamos de Luxor al Cairo, llegamos al hotel sin problema y pusimos una lavadora antes de bajar a comer.
Encontramos un restaurante llamado Valencia en el que comimos como faraones por precios locales y fuimos corriendo a ver el museo de Egipto cuando descubrimos que cerraba a las 4.
Luego pillamos un Uber para visitar el gran bazar y perdernos por sus tiendas.
Para volver al hotel pedimos otro Uber, el conductor era un chavalillo super majo, nos hicimos colegas y nos dio su número y nos dijo que si queríamos ver el Cairo real le pegáramos un toque al día siguiente, nos llevaba y nos ayudaba a regatear precios. De hecho al final le quisimos dar propina y ni siquiera la aceptó.
Y en el hotel evidentemente nos fuimos a dormir prontito con muchas horas de sueño acumulado.
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