De tardes tristes
Después de comer quedé con María en Mangalamar para darle un regalo de cumple
que había llegado tarde y nos quedamos un rato hablando.
Cuando terminé de trabajar fui dar una vuelta y acabé en Macondo.
Y al volver a casa intenté seguir diagnosticando el fallo del altavoz pero el voltímetro se había quedado sin pilas y no tenía otra igual así que lo dejé para mañana.
Y por la noche estuvimos de chill en el salón, cada uno con sus movidas.
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