De vuelos de madrugada, siestas merecidas y panteones romanos
Nos levantamos a las 5 tras apenas haber dormido nada y fuimos al coche para ir al aeropuerto.
Dejamos el coche al man que nos lo había alquilado y fuimos a sacar el boarding pass porque, por algún motivo que nadie entiende, en Tirana no es posible hacerlo online.
Y esperamos a embarcar a las 8 y pico con unos cafés y unos Unites.
Subimos al avión a la hora estipulada en nuestras tarjetas de embarque.
Y pasamos la hora escasa de vuelo sin altercados.
Aterrizamos en el aeropuerto de Ciampino y pillamos un bus y luego un par de metros para llegar a la casa del Jose.
Pillamos buena combinación y el viaje no pasó por mucho de la hora.
Lo primero que hicimos fue lavar la ropa que traíamos, vaciando un par de veces en cada lavado el desagüe de la lavadora.
Luego, sin ganas ni productos para cocinar, pedimos al chino un tremendo festín y lo deglutimos viendo los juegos olímpicos.
Después pusimos la final de tenis, Alcaraz vs Djokovic, en el proyector y, aunque era un partido apasionante, yo me vi forzado por mis párpados cada vez más pesados a echarme una pequeña siesta.
Y sobre las 7 cuando el calor amainó salimos a dar una vuelta por el centro.
Volvimos al piso en bus y metro teniendo especial suerte en los intercambios y antes de llegar pasamos por una pizzeria al taglio para comprar la cena.
Cenamos charlando de lo loco que era que esa misma mañana estuviéramos en Albania y nos fuimos a dormir poco después de las 11 totalmente destrozados y, a pesar de la siesta, muertos de sueño.
Comentarios
Publicar un comentario