De cocineros previsores y novias viajeras

Pasamos la mañana trabajando como dos verdaderos capos de la concentración.

El Jose, volviendo a hacer gala de sus eximias habilidades culinarias preparó un rancho (como un cocido con arroz) para comer, curramos un rato más, preparamos una vichyssoise para cenar y bajamos a comprar algunas cosas al Castoro.

María llegaba a las 8 y algo a Roma y pillaba un bus que la llevaba a Roma Termini así que sobre la hora a la que ella tocó suelo italiano nosotros salimos del piso allí también.

Y mientras que venía le seguíamos la pista. 

Mientras la esperábamos echamos un Unite que terminó de confirmarnos lo absurdo que es el matchmaking de este juego; tras una serie de derrotas aplastantes en Albania, llevábamos un par de días con compañeros competentes ganando literalmente todas las partidas que echábamos, pero el juego decidió que ya había suficiente y nos ha vuelto a emparejar con verdaderos deficientes mentales.

Por fin llegó y repetimos la ruta de ayer para volver al piso; primero bus.

Y luego metro.


Cenamos la vichyssoise y unos nachos al horno con un guacamole casero que estaba absolutamente espectacular.

Tras recoger echamos un último Unite con mi hermano para comprobar si nuestra suerte había mejorado pero, por desgracia, no.


Y a las 12 y algo nos fuimos a dormir.

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