De castillos derruidos, piscinas albanas y cócteles alternativos
Anoche los acostamos tempranísimo así que las 9 ya estábamos en pie, y lo primero en lo que nos fijamos al levantarnos fue en el foreshadowing del cuadro que llevaba un par de días colgado en nuestra pared.
Nosotros ayer dando botes en la speedboat por la península de Caraburun |
Bajamos a desayunar y terminamos la mayor parte de la fruta que llevábamos antes de que se pusiera mala.
El coche que teníamos antes tenía Bluetooth pero este no, así que para no pasar los viajes en silencio fuimos a comprar un cable minijack a USB-C a una tienda de al lado del piso.
Volvimos al coche, metimos las maletas y pusimos dirección a Himarë escuchando los temazos de la lancha motora de ayer, que Pedro pasó la noche buscando por los tops albaneses de canciones en Spotify.
Íbamos muy bien de tiempo así que paramos primero a ver el castillo de Porto Palermo, que nos pillaba de paso.
Y pasamos un rato viendo el interior del castillo.
Y la parte de arriba.
El man que lo regentaba era carisma pura y nos estuvo hablando de la vida en Albania, de los clientes que iban a su restaurante y de los precios de los ingredientes de importación y cómo gracias a comprar al por mayor era más barato comer fuera que comprar en supermercados.
Pedimos varias cosas, a destacar primero un arroz con marisco.
Y unos mejillones en salsita tan buenos que fueron directamente al top 3 de comidas que habíamos probado nunca.
Y a algo más de las 3 y media volvimos al coche para llegar a Himarë. Según Google Maps la carretera al hotel iba a ser prácticamente imposible pero encontramos el camino en un momento y pasamos sin problema y enseguida subimos a dejar las cosas.
Sabiendo que no teníamos que conducir pedimos un par de rondas de unos mojitos que, aunque sabían un poco raros, estaban buenos. Jose fue a pedirle una tercera y el barman le dijo que, sintiéndolo mucho, se le había acabado el vodka así que no nos podía hacer más.
Jose, viendo varias botellas de ron sin empezar detrás de él, le preguntó que si no sabía que los mojitos se hacían con ron, el man dijo que no pero que podía probar y el resultado fue perfecto, aunque nos confesó que esa nueva versión le sabía rara.
Y así se nos hizo de noche.
El plan inicial era bajar a cenar y conocer Himarë pero después de convocar al consejo de sabios decidimos que el cansancio era mayor que las ganas de conocer la ciudad así que pedimos unas pizzas y cenamos en la terraza del bar de la piscina.
Acompañados de una cuarta ronda de mojitos |
Sergio y Jon se fueron a dormir pronto y nosotros nos quedamos un rato más jugando al billar y narrando los audios de este último par de días.
Aunque un ratillo después nos fuimos a dormir, totalmente destrozados, sabiendo que aún nos quedaba una semana más por Albania.
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