De músicos signantes y cenas vallisoletanas
Nos despertamos sin un amago de resaca, hicimos el checkout, bajamos las cosas al coche y fuimos a ver el centro y a quedar con Roberto, un amigo de María.
Cuando salimos estaba Roberto esperándonos y fuimos a dar una vuelta mientras hablábamos de que sus padres no eran oyentes y él llevaba toda la vida signando y lo irónico que era que él fuese profesor de música.
Acabamos comiendo de tapeo en las mesas de fuera de un bar minúsculo pero con buena mano para las migas.
Luego dimos otra vuelta.
Y nos despedimos del Roberto porque tenía que volver a la Baeza antes de que se hiciese de noche.
Nosotros volvimos al coche y pusimos rumbo a Vallalodid y dejamos el coche al lado del Sercotel de la ciudad.
Una vez solucionado el tema de las almohadas, fuimos a cenar con María Jesús y Salva. Nos estaban esperando en un bar del centro propiedad de unos amigos del Salva, y después de cenar dimos una vuelta.
Y la Academia de Caballería |
Después de eso les acompañamos hasta un parking en frente de la academia y nos acercaron en un momen al hotel.
Al subir a la habitación nos encontramos con que habían dejado posiblemente 10 almohadas más, y dormí como la persona más feliz del mundo.
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