De emperadores romanos, patos chinos y playas malagueñas

Fue una mañana perfecta; no solo dormimos sin ser importunados por la música latina de las meretrices aledañas sino que además hicimos tortitas.

El chef Jose no hace una tortita mala

Casi real fooders

Entre que no nos apetecía playa y que Jose había descubierto la existencia del Imperator: Rome y estuvimos en el salón jugando; él stremeando la partida mientras Sergio le aprendía y yo curraba.

Para comer fuimos a un chino cercano.

Los menús estaban muy buenos.

Pero el pato pekinés era una auténtica locura.
Cuando volvimos estuvimos en el salón viendo las finales del mes pasado del Unite mientras llegaba Pedro desde Almagro.

Y luego fuimos a la playa a disfrutar de las diferentes actividades recreativas que el mar ofrece, incluidas un par de partidas al Unite en la arena con las que alancé Master, tras lo que lo dejamos por lo peligrosamente calientes que empezaban a estar los móviles.

Volvimos al piso a ducharnos y cuando fuimos a echar una partida los 3 vimos que ya no podíamos por estar separados por demasiado rango; yo no puedo bajar de master así que la única alternativa es que Sergio subiera a veterano.


Y volvimos al PIchi de Cái a cenar.

Y acabamos dando una vuelta por el paseo marítimo antes de volver a casa.


Llegamos al piso casi a la 1 y aún con la tristeza que me supuso no echar otra partida al Hanabi nos fuimos a dormir para salir mañana prontito.

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