De atalayas metálicas, caras talladas y ratas de agua

Empezamos el día con unas tortitas al más puro estilo americano que estaba increíbles.


El plan de la mañana era ir a ver el Monte Petřín, pero como teníamos un free tour después llamamos a un uber para que nos dejara en la base del monte.


Y cuando llegamos empezamos a subir.


En la cima nos esperaba la torre torre de Petřín. Jose y Pedro aprovecharon para pedirse un café que saciara su cafenomanía y comenzamos el descenso por el otro lado.


Y fuimos paseando hasta el comiendo del free tour.




Tras comprar un par de botellas de agua para poder sobrevivir el calor, comenzamos el tour.


En el palacio de arriba había una pared con caras talladas.


Seguimos por la rivera del río Moldava, donde la guía nos informó de las ratas de río que se reprodujeron en exceso durante la pandemia y que ahora eran una plaga.



Pasamos por la calle más estrecha del país.


Y llegamos hasta llegar a la una de las esculturas de David Černý, un artista checo muy querido y admirado por sus compatriotas.


Y terminamos el tour al lado del puente de Carlos, donde nos explicó la historia del 1-3-5-7-9-7-5-3-1, la fecha y hora en la que debían empezar a construirlo para que no se cayera nunca (y de momento ha funcionado).


Con hambre relativa, decidimos parar en un restaurante para comer algo ligero.


Y seguimos nuestro camino hasta la catedral, pasando por varios monumentos.



Hubo un punto en el que nos despistamos, pero finalmente conseguimos encontrar el camino correcto. La catedral está en lo alto de una colina, y las vistas de la subida son preciosas.


La catedral está en una plaza rodeada de otros edificios coetáneos.




Y cuando llegamos a la fachada le pedimos a una asiática con pinta de saber de fotografía que nos hiciera una.


Y pusimos rumbo a la parte contraria de la colina para iniciar el descenso.


Estábamos bastante cansados tras una semana entera sin parar, pero al ser el último día no queríamos volver al hotel porque implicaba que el viaje se había acabado, así que nos quedamos vagando por Praga un rato más.


Nos cruzamos con otra de las estatuas de David Černý.


Y llegamos a una isla, únicamente accesible desde puentes, donde había varios conciertos indies y nos pasamos a verlos.


También vimos las infames ratas de agua siendo alimentado por un niño totalmente desconocedor de estar contribuyendo al aumento de la plaga.



Cuando volvimos a la civilización pasamos por una tienda de la que he olvidado el nombre, una especie de sitio de comida rápida en la que servían bocadillos, y pedimos una caja y 3 Pilsen para cenar algo.


Fuimos hasta la plaza de la Ciudad Vieja dando un paseo y desde allí llamamos a un uber para ir al hotel.



Y con un par de Unites rápidos poníamos fin a nuestro segundo y último día en Praga.


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