De plagas de medusas, cámaras subacuáticas y cazadores vengativos

Nos levantamos pronto para poner rumbo a la calita donde íbamos a pasar el día en la playa de la Rijana.

Llegamos sin problema mientras Pedro Manuel se cagaba en los muertos de todo el hijo de puta con el que se cruzaba conduciendo mientras ejercía una magnífica conducción y María se relajaba disfrutando del paisaje. 

Aparcamos arriba de la cala La Rijana y tuvimos suerte de encontrar aparcamiento por escasos segundos (beneficios de pisarle un poco de vez en cuando).

Remolcamos todo lo que llevábamos  hasta abajo, pasando un túnel. Cuando íbamos bajando, nos percatamos de que algo tenía que estar pasando en la playa ya que había gente que se estaba yendo. 

Llegamos a la calita y efectivamente nuestros peores temores se confirmaron; había muchas medusas. 



Había hasta cementerios de medusas improvisados con algunas de las que la gente iba cazando.




Nos sentamos en la playa y estuvimos debatiendo qué hacer. Miramos en google si había medusas en otros puntos de la costa granadina y parece ser que ese fin de semana estaba plagado, así que no teniendo dónde ir decidimos quedarnos y plantamos la sombrilla.


Siguiendo el dicho “donde fueres, haz lo que vieres”, dimos una vueltita para ver qué hacía la gente. Y como a la gente le sudaba la polla las medusas, a nosotros también.


Teníamos las gafas de snorkel, así que fuimos a la roca de la cala. Había mucha más gente gente haciendo snorkel con redes cazando medusas, y nos suamos a ellos.






Cuando nos cansamos de nadar y evitar medusas, María tuvo a bien proponer tomar un refrigerio en el chiringuito de la cala.



Y pillamos un sitio genial a la sombrita con vistas de toda la cala.




Al volver a la sombrilla, comimos una ensalada de pasta. 



Cerramos los ojitos dos segundos y nos despertamos un par de horas más tarde.

Volvimos a meternos al agua con las gafas de snorkel pero aparecían muchas más medusas de las que la gente mataba, por lo que las medusas ganaban. 

Y vaya que si ganaron, porque consiguieron picar a Pedro Manuel en el pie. Entonces María, se hizo amiga de una señora con una red, se la pidió amablemente y le dimos caza, vengándonos en nombre de la humanidad.

 



Cuando tuvimos suficiente agua y medusas volvimos a subir hasta el coche, que fue algo más duro que bajar.

Nos cambiamos entre los coches por ropa seca y María condujo de vuelta de manera excepcional.



Cenamos unas hamburguesitas con salsa de yogurt.



Y jugamos una partida al Unite antes de irnos a dormir.

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