De dendrófilos fotogénicos y gamers empedernidos

Por la mañana volvimos a quedar en Pan Real, esta vez casi todos, para despedirnos de Pabliño. Después de verle partir nos acercamos al Mercadillo para que Diego comprara unas flores para un regalo. 

Pasé el resto de la tarde en casa dedicando bastante tiempo al Pokémon Unite con los de Almagro, con mi hermano y hasta solo (cosa que juré no hacer) y después de perder la mayoría acabé con la sensación de haber tirado varias horas a la basura.

María estuvo tocando y cuando terminó, sobre las 12 y media, se pasó por casa y estuvimos hablando un ratete en el pradillo. Al volver a casa, y por si el gaming no se hubiera llevado ya suficientes horas de mi día, me puse a conseguir las armas que me faltaban en el Elden Ring hasta las 3.

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