De primas numerosas y amigos liberales

Teníamos el frigorífico casi vacío así que después de conseguir levantarnos desayunamos mientras hacíamos un brainstorming con las comidas de la semana, apuntamos los ingredientes en Bring y fuimos al Mercadona de Acera del Darro a por ellos.

Entre que eran bastantes cosas y que el sitio tenía dos pisos bastante grandes tardamos una hora en tenerlo todo, y entre que volvimos a casa y recogimos y nos duchamos nos dieron las 2, hora a la que habíamos quedado con las primas de María (las 3 hermanas entre sí) y sus respectivos novios para comer, pero una de ellas aún no estaba lista y estuvimos esperando una hora jugando al Unite en el salón mientras avisaba.

Cuando finalmente avisó dimos un paseo hasta la plaza del Campo del Príncipe y nos sentamos en el bar Los altramuces (nombre de bar de pueblo) para comer de raciones mientras hablábamos.

Cuando terminamos fuimos a tomar un café y una tarta al Café Futbol, aunque lo de tarta tendríamos que verlo despacio; pedimos una tarta de queso y estuvimos esperando 20 minutos para que nos dijeran que no tenían, y después de pedir una de manzana otros 40 minutos de repetírselo cada poco hasta que finalmente la trajeron, aunque por lo menos no nos la cobraron (no sabemos si por pudor o por olvido).



Después fuimos a la la calle Ganivet a tomar una copa, pero estaba llena y acabamos en una paralela en el bar Zentral (o algo así, no lo recuerdo y no me aparece en el timeline).





Nos despedimos todos cerca de las 9 y nosotros fuimos dando un paseo hasta el bar Garden en Gonzalo Gallas a cenar con Antu y Miguel, pero cuando llegamos ellos estaban terminando y fueron yendo a su piso mientras nosotros nos acabamos las jarras y las desorbitadas tapas.

Cuando llegamos todos los amigos de María con nombres exóticos (como Elián, Aimara, Anthuanee o Daida) y de todas las puntas de España, desde Logroño hasta Gran Canaria, y pasamos la noche jugando a una versión modernizada de la botella con una app en el que el único objetivo era beber y liarse todos con todos (había un par de potenciales parejas en el grupo así que era especialmente divertido cuando les tocaba a ellos, aunque era casi igual de divertido cuando no).



Aunque no pudimos música y no hablamos excesivamente alto, el vecino de arriba tenía el oído fino y después de oír sus golpes en el techo en un par de ocasiones cerca de las 5 terminó bajando y estuvo llamando a la puerta un par de minutos hasta que al final se fue. 

Seguimos media horilla más casi susurrando hasta que María y yo nos dimos cuenta de que no quedaba mucho más, asi que nos despedimos y nos volvimos a casa aunque nos quedamos hablando del día y tardamos otra hora más en dormirnos.

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