De impresiones transparentes, repartidores de muebles y megalómanos cirróticos

Hoy traían unos muebles de Ikea para el apartamento, aunque se suponía que más tarde, así que como por lo que sea mi señora madre no se ve con fuerza para ayudar a cargar con un sofá me despertó a las 10 diciendo que el camión de reparto estaba al caer. Me vestí corriendo y llegué al piso para encontrarme a Máter discutiendo con el pobre repartidor porque faltaban algunos bultos y ni él lo sabia (ni le importaba) ni mi madre quería firmar un albarán cuando faltaban cosas.
 
Al final firmó y pasamos el par de cajas que venían, y después de arreglar de paso una de las bombillas del baño que tenía pendientes fui a casa a desayunar, enterarme de que Álvaro había dado negatiu y de vuelta a la calle a buscar una imprenta.

Estoy pensando que no he contado aquí mi proyecto para estas navidades; después de restaurar una GBA Color aún tenía la GBA SP que usaba de pequeño, y a mediados de año se me ocurrió comprar una carcasa y botones transparentes para ponérselos.

Como si la parte de arriba es transparente se va a ver la trasera de la pantalla, que es un trozo negro de plástico, estuve buscando algún dibujo para ponerle encima y que se viera desde fuera. Me encontré con éste de aquí del que no sé ni el artista (ni me importa), lo robé sin el más mínimo pudor y le borré el fondo, y esta mañana me he acercado a que me lo imprimiera.

La maniobra no fue directa; fui primero a la imprenta de Esaú (que por lo visto ha cerrado), y luego a la tienda al lado de la posada para que el inútil del tendero me hiciera ir a casa para convertirlo a PDF y que después la máquina no le funcionase. Al final me acerqué a la tienda de Óscar a que me lo imprimiera en una hoja de acetato transparente.

Hay un folio por detrás para que no se arruge

Por la tarde trajeron los paquetes que faltaban y después de ayudar a los repartidores a meter lo más pesado coloqué las cajas por muebles, monté un par de sillas y dejé el resto (todo) para el Pedroma del futuro.


Volví a casa a por los regalos de María y a comer algo y me fui a Macondo a ayudar a los libreros en sun ajetreado trabajo.

María llego a las 8 menos algo y después de cerrar les acercamos a sus respectivas casas. Luego fuimos al piso a darnos nuestros regalos de navidad; ella me regaló una de las expansiones de los Hombres Lobo y un par de jarras de cerveza serigrafiadas con una foto de mi en la playa, todo envuelto con papel de regalo con mi cara, y yo le regalé el libro de Arrumacos y alguna cosa más.

Después de estrenar los regalos me acercó a casa, cené algo y ahora estoy terminando esta entrada y planteándome seriamente dejar dejar de procrastinar las dos que me quedan de Copenhage.

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