De catedrales malagueñas, miradores atestados y luces sincronizadas

Como fuimos previsores y nos fuimos a dormir prontito pudimos levantarnos a las 8 y media sin problema. El bus salía a las 10 y media, pero como somos hijos de militares y sabemos que tenemos que llegar pronto por si pasa lo que sea a las 9 y media salimos de casa y después de coger un bus desde Gran Vía hasta la estación de autobuses tuvimos 20 minutitos de margen hasta que salió el de Málaga. 

Como teníamos una hora y media de camino empezamos jugando un par de partis al Pokemon Unite (en palabras de María: juegazo primo, desde aquí mi recomendación) pero para sorpresa de nadie al final se quedó dormidita y el resto del viaje se le pasó volando.


Llegamos a la estación de María Zambrano sobre las 12, y como María ya había estado hizo de sherpa y nos guió por las sinuosas calles bokeronas hasta el centro.


Llegamos a la famosa calle Larios, y aunque le pedimos a una jóven pareja que nos hiciera una foto mis delicados ojos no aguantaron el sol de cara y ninguna termió de salir muy bien.


Desde ahí fuimos a la catedral de Málaga y recreamos la famosa foto en la catedral de la Almudena de Madrid hace ya un par (o tres) de meses después de decidir hacerlo en todas las catedrales a las que vayamos.


Después fuimos a la Alcazaba, pero había una cola kilométrica y no teníamos tiempo así que nos conformamos con ver las ruinas romanas de al lado.


Desde ahí fuimos dando un paseo hasta el Muelle 1 (que por la cardinalidad creí que implicaba la existencia de un Muelle 2, pero parece ser que no). Dimos una vuelta por la zona comercial y luego bajamos a la playa a hacernos unas fotos, pero seguía con el mismo problema de antes así que María tuvo a bien dejarme sus gafas.


Habíamos quedado con el Diego para comer, así que sobre la 1 y media compartimos ubicaciones por whatsapp y 20 minutillos después nos encontramos en un punto intermedio. Tras las presentaciones oportunas, estuvimos dando una vuelta sin rumbo y terminamos en De norte a sur comiendo cazón, boquerones y migas.


También habíamos quedado con Marta, pero salió anoche y por problemas etílicos no vino hasta que terminamos de comer. Llegó justo cuando terminamos de pagar, y la seguimos dando una vuelta por las calles que tan bien se conocía (ahora soy novelista).  

Pasamos la calle Larios y subimos a la terraza del Chinitas, un bar con una terraza desde la que se ve la catedral, y me hice una foto con el Diego para pasársela a los amigos de Cádiz.


Fuimos con la idea de tomar un café pero no cabía ni un alfiler así que volvimos a bajar y dimos una vuelta por la zona hasta acabar en Dulces dreams y pedimos un trozo de las tres tartas más ricas que vimos.


Estuvimos hablando del creciente árbol genealógico de Marta, entre otros temas de conversación, hasta las 6 y algo que volvimos a la calle Larios a ver el encendido de las luces.

En teoría podían encenderse en cualquier momento de las 7 a las 11 (lo hacen así para evitar que todo el mundo vaya y evitar aglomeraciones), pero poco después de que llegáramos empezó el espectáculo policromático.



Sonaron un par de canciones más que bailamos imbuídos por el espíritu más navideño hasta que se quedaron encendidas.



Ya eran las 7 y algo, y como el bus salía a las 8 y teníamos que pasar varias calles hasta arriba de gente emprendimos la vuelta a la estación de autobuses. Diego nos dejó un poco antes de llegar pero Marta se esperó casi hasta que empezamos a subir al bus.

En mitad del viaje tuvimos un pequeño malentendido que solucionamos 5 minutos después, y aunque nos intentamos hacer una foto apenas había luz y esto fue lo mejor que consuguó el flash interno



Cuando llegamos a Granada María, la presidenta del ministerio de encargarse de la movilidad interurbana en Granada, no llevaba suelto adrede para que pudiéramos llegar a los 50K pasos diarios recomendados, así que anduvimos 45 minutos hasta que llegamos al piso hablando de cómo vamos a engañar a nuestros hijos con triquiñuelas navideñas para que se lo crean todo.

Cuando llegamos nos metimos directamente en la cama y me convertí por unos minutos en esteticién. Aunque hubiera estado bien cenar estábamos demasiado cansados y nos terminamos acostando prontito.

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