De vuelos internacionales, bares de vaqueros y termómetros de neón

Estamos a martes por la tarde, llevo bastantes entradas atrasadas y estas van a ser largas así que vamos al lío. Como el vuelo salía temprano me terminé pidiendo el día libre para poder terminar la maleta y comprar unas botas de agua, o al menos esa era mi intención; a recomendación del Rodri probé en el Carrefour de Marde, en el Palacio de Hielo y en el Plaza China del barrio pero en ninguno tenían, así que le puse una velita a San Isidro para que no lloviera y me fui con las deportivas de tela.

Aunque el vuelo salía a las 4:55 fuimos previsores y sobre las 2 quedamos en la plaza Alcalde Moreno Torres, al lado del Edificio Mirador, para ir varios al aeropuerto en taxi. Después de comer corriendo e ir andando desde casa, empecé a conocer a mis compañeros de viaje; la primera fue Puri, que bajó de casa con Bea, y al poco llegó Pablo. Cuando Adri aparcó subimos las maletas al taxi y 20 minutos después estábamos en la T1.



Cuando llegamos conocí a Dani y Alex, que llevaban un rato esperando, y juntos fuimos pasando los controles hasta que llegamos a la puerta de embarque y esperamos media horilla mientras nos conocíamos y nos hacíamos bizums para el bote común con el que ir convirtiendo los euros a coronas danesas con Revolut y pagar lo que compráramos. Para poder cambiar rápido de divisa de cabeza memorizamos que 1 euro eran 7 DKK.

Viajamos con Ryanair y no elegimos los asientos pero casualmente nos tocó cerca, así que cuando por fin pudimos subir al avión la mayoría terminamos juntos aprovechando un hueco libre que quedó entre medias.



Tres horas y pico de asientos minúsculos después llegamos al aeropuerto de Copenhague y nuestra primera interacción con el pueblo danés fue un amable segurata que paró a Dani para preguntarle en un inglés cuestionable que si vivía allí.

Después de una gymkhana de comprar billetes de tren en máquinas crípticas, dar vueltas por pasillos y preguntar a quien pudimos conseguimos encontrar el tren que nos llevaría a Central Station (o en danés Hovedbanegård).


Se va a notar la diferencia de calidad entre las fotos que hice yo y las que me han pasado

Cuando nos montamos seguíamos igual de perdidos y por las veces que lo dijimos y las vueltas que íbamos dando en el vagón un amable argentino nos ofreció su ayuda y nos dijo dónde bajar.

Después de salir de la estación solo tuvimos que bajar una calle para llegar al Urban Hostal donde habíamos alquilado 3 días una habitación con 6 camas por 50 euros cada uno.



En realidad tenía truco porque éramos 7, así que tuvimos que subir en dos rondas para que los recepcionistas no se pisparan.

Teníamos la 221 así que después de que nos dieran 6 tarjetas subimos por el ascensor y recorrimos el pasillo hasta llegar a nuestra habitación.


Una de las luces parpadeaba y parecía una peli de miedo

Después de elegir las camas, dejar las cosas e ir al baño nos volvimos a poner los abrigos para ir al Rio Bravo, el restaurante donde habíamos quedado con Claudia para cenar (Claudia es la amiga que está de Erasmus en la ciudad) y de camino fuimos viendo sitios guays de la ciudad, como la otra entrada de la estación con un reloj de neón.



Cuando llegamos al sitio Claudia ya estaba dentro del restaurante, que estaba decorado con una estética del antiguo oeste, con luces en forma de lámparas de aceite y sillas de caballo por butacas.

La foto no puede verse peor pero no tengo otra

Creo que no había usado nunca una foto de internet en el blog, pero es que la de arriba se ve tan mal y el sitio era tan guay que voy a hacer una excepción.

Ahora sí

La carta era bastante críptica y le dimos varias vueltas. Había algunos platos marcados como "all you can eat" que te rellenaban cuantas veces quisieras, pero según los pedíamos la pava nos dijo que ojo con eso porque nos cobraban por cada persona que comiera de ahí, y al final terminamos dividiéndonos en dos grupos, unos pedimos platos típicos para compartir (que estaban buenos pero no eran una locura) y los que no se la jugaron y pidieron hamburguesas.

En general los precios de todo estaban a x2.5 de lo que deberían, y la primera cuenta que pedimos en la ciudad nos lo demostró. Cuando pagamos fuimos a dar una vuelta a la plaza del ayuntamiento o Rådhuspladsen con un edificio al fondo con robos de neones rojos bastante chulo.



Otra cosa que nos sorprendió es que en el país sí se permite beber por la calle, así que había varios grupos de chavales en la plaza bebiendo sin ningún pudor, y al día siguiente nos encontraríamso directamente un grupo de 20 personas alrededor de un altavoz de discoteca con Dior a todo volumen.

Después de hacernos varias fotos y dar una vuelta por la plaza volvimos andando al hostal pasando por delante del edificio con un termómetro hecho de más neones, aunque Claudia nos contó que llevaba roto un tiempo y siempre daba la misma temperatura.



Cuando llegamos al piso nos toco hacernos las camas; nos dejaron una colcha, una sábana normal y una sábana con forma de bolsa que inicialmente pensamos que era la funda del colchón y se las empezamos a poner a todos como si fueran condones hasta que Adri arrojó algo de lucidez en la habitación y nos dijo que eran para la colcha y la otra sábana era bajera, así que desenfundamos los colchones y las hicimos bien.

Estuvimos charlando de los turnos de ducha y del desayuno de la mañana siguiente mientras terminábamos de lavarnos los dientes y antes de la 1 ya estábamos en la cama a punto de dormir.

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