De teatros romano cerrados, boxeadores playeros y velocistas nocturnos
El plan de la mañana era ir al centro a ver el Teatro Romano de Cádiz, aunque el Rafa no pudo venir por curro. Nos levantamos sin prisa (casi a las 11) y bajamos a un bar cerca de casa a desayunar unos churros con chocolate.
Cuando nos vimos con energía para seguir la marcha pagamos y llegamos hasta el cruce entre Victoria y Santa María, donde Josele estaba estudiando inglés y haciendo la fotosíntesis a la vez, y paramos la marcha para quedarnos con él hablando de criptos.
Media hora larga después nos despedimos de él y seguimos andando hasta llegar a nuestros destino pasando por la catedral.
Tuvimos que callejear un rato hasta encontrar la entrada, pero para cuando llegamos estaban cerrando y aunque les intentamos vender que era nuestro último día en Cádiz y que teníamos muchas ganas de verlo no pudimos pasar.
En su lugar dimos una vuelta rápidoa por la plaza de la catedral y emprendimos el viaje de regreso al piso también andando, aunque cuando empieza playa Victoria seguimos por la arena.
A la altura de casa me acordé de los boxeadores flipados que suben vídeos dando puñetazos al aire en la playa y no pude evitarlo.
Cuando subimos nos pusimos a hacer la comida; el par de rodajas del salmón que sobraron de hacer el poke y la crema de calabacín del viernes y unas mazorcas de maiz a la plancha.
Comimos hablando con el Rafa de lo jodido que está en el curro y lo mal que duerme por cula del estrés y tiene razón el hombre; curra de 9 a 7 de diario y los findes le pueden llamar en cualquier momento para que escriba una noticia o publique alguna foto en redes.
Después de comer repetimos el plan de ayer; el Diego se echó tremenda siesta y me quedé con el Rafa en el salón termiando la entrada de ayer y empezando la de hoy, y cuando ha vuelta al salón hemos estado buscando sillas para su setup malagueño.
Sobre las 8 y algo salimos a correr los 3 hasta el mirador de Santa María.
A la vuelta volvimos a parar en las barras de la playa y después de un par de series generales volvimos al piso en sprint; empezamos despacito y poco a poco fuimos subiendo de velocidad hasta acabar corriendo a todo lo que nos daban las piernas sabiendo que el último en llegar era el último en ducharse.
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