De vaqueros pérfidos y conductoras alcahuetas

De nuevo tuve que pagar el precio de trasnochar, que es levantarme a las 11 de la mañana (en verdad no es un precio tan caro). Aunque los compadres quedaron para hacer una paella y comer en casa del Álvaro yo preferí comer con mi hermano y me quedé en casa.

Sobre las 3 y media me despedí del bro (que para cuando volviera a casa ya habría vuelto a Ocaña) y fui a casa del librero con piscina. Al llegar acababan de terminar de cocinar, así que me tumbé un ratete al lado de la piscina mientras terminaban de comer.

Natalia, Bea y un amiguete suyo venían de Aldea del Rey, y los dos últimos de empalme, así que después de comer se fueron a casa (Natalia había sido previsora y no había salido por la noche), y ante las promesas de Natalia de ser la mejora jugadora del Bang del mundo lo volvimos a sacar.

Antes de empezar la partida, cuando aún éramos amigos

Como Natalia no salía nos hicimos otra

Creo que fue la partida más divertida que había jugando nunca; a mi me tocó de sherif y Natalia y Fermín eran mis alguaciles, Edu y los libreros los forajidos y Rodri el renegado. El problema fue que Rodri, cegado por la venganza, fue desde el principio a por mi y nos confundió a todos, que lo matamos rápidamente; eso nos dejó a 3 renegados contra los 3 buenos, y era la primera partida de Fermín, lo que nos puso contra las cuerdas rápidamente.

Pero Natalia no mentía; en un alarde de maestría al juego se bajó en una sola jugada al Álvaro y al Jaime, y en un par de rondas más se dejó al Edu a un toque. Fermín murió poco después y a mi me explotó una dinamita, así que también tenía 1 de vida. 

Solo quedábamos Natalia, Edu y yo, la primera full vida y nosotros dos tiritando. Era mi turno, y por un almacén que había salido poco antes sabía que Edu solo tenía un Bang en la mano, y yo solo tenía un duelo y una Gatling. 

Victoria fácil, pensarás, sagaz lector, pero como soy idiota le tiré el duelo, él me tiró su bang y me mató de la manera más humillante posible y la pobre Natalia, que casi consigue ganar un 6vs1, al final fue arrastrada a la derrota con su sherif.

Aunque nunca me han importado lo más mínimo ganar o perder a ningún juego, esta partida estuvo tan tensa y emocionante que acabé enfadado de verdad (evidentemente porque soy idiota) y tuve que darme un par de vueltas a que se pasara.

Después estuvimos jugando al volleyball acuático con una red imaginaria que aparecía y desaparecía a la conveniencia de la persona que arbitrara. Cuando terminamos, y con la segunda venida de Bea, sacamos la bajara española a petición de Carol para jugar un ring of fire pero empezó a llover y nos pasamos dentro. El juego se canceló y estuvimos hablando un rato hasta que la lluvia cesó y pudimos volver a salir al patio.

Cerca de las 9 pedimos unas milanesas y unos bocadillos a la Buenos Aires y cenamos en la misma mesa en la que se habían masacrado a varios vaqueros apenas unas horas antes.

Creo que es la primera y la última foto en la que sale Bea

¿Y qué hay mejor que unos lobos para después de comer? Pues seguramente nada, así que sacamos la baraja y jugamos una ronda mientras llegaba María, que se unió a la partida en la segunda ronda.


De nuevo, fue una partida llena de intrigas y traiciones, en la que quien yo creía mi amiga y mi confidente me apuñaló por la espalda en repetidas ocasiones.

En algún momento de la partida vimos que Álvaro tenía una vela y Fermín un mechero, y sumamos dos y dos y ganamos +10 en ambientación.


De repente, a la 1 y media me acordé de que la mañana siguiente trabajaba, así que recogimos en un momento entre todos y María, que se había traído coche, acercó a Edu y a Jaime a casa y me dejó a mi en la mía para poder acostarme pronto.

O ese era el plan, porque después de dejar a Edu estuvimos hablando con Jaime en el coche un buen rato, y cuando se nos ocurrió dar una vuelta inocente con el coche nos encontramos a Natalia y Álvaro volviendo de dar de comer a Arroz, así que también los acercamos a su casa.

Volvimos a donde estábamos antes y nos quedamos un rato hablando los tres en el coche de realidades virtuales, y ya cerca de las 3 de la mañana el librero se fue a casa y yo me quedé otra media hora con María, que se acordó justo a tiempo de la apuesta.

Mirando a la nada y pensando en todo

Entre que llegué a casa, recogí, me duché y me metí en la cama me dieron las 4, lo que me condenaba a 5 horas de sueño en el mejor de los casos, nimio precio a pagar a cambio de pasar una noche tan guay.

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