De pizzas a la brasa y apuñalamientos accidentales

Por la mañana me escapé la media hora del descanso del curro para ir al Consum a por unas gyozas como las que comimos en el cumple de Marta y al volver a Asterio para preguntarte si el dolor de hombro que me lleva persiguiendo unos meses tiene importancia (me dijo que con estirar de vez en cuando era suficiente, veremos cuando relea estas líneas). Casualmente en la consulta también estaba María, y charlamos un poquito mientras don Ángel salía.

Por la tarde quedé con el Jose para ir al campo de Carlos; quedamos con el Broce a las 6.30 y al llegar nos dimos cuenta de que no teníamos nada y le pedimos al Félix, que iba a ir un poco después, que se pasase por Mercadona a comprar unas pizzitas.

Media hora después llegaron con los víveres y estuvimos un rato de chill mientras hacíamos hambre y llegaban los demás, Sergio, Broce y Oscar (Diegazo se había ido a ver Bilbao).


Aunque la idea era hacerlas en un horno clásico el Carlos vio un par de tarugos medio secos y se le ocurrió hacerlas a la brasa, así que cavó un hoyo en el suelo al lado de la capilla y los prendió hasta que hicieron brasas.


Nadie se subió a su carro, pero ha demostrado varias veces ser un genio así que yo confié en él y le seguí a ciegas como mi mesías, aunque los demás prefirieron no jugársela y hacerlas en el horno.


Para sorpresa de todos (hasta para la mía) quedaron sorprendentemente buenas; la base estaba suuuper tostada y crujiente y la parte de arriba en su punto.

Mientras cenábamos discutimos qué hacer luego y Jose se acordó de que hacía 5 años había hecho un juego de rol para 7 personas, justo las que estábamos, así que se lo bajó de OneDrive, hicimos un sorteo y a cada uno nos pasó nuestro personaje.

La idea era que el juego nos tuviera un rato entretenidos, pero a Pabliño le tocó el asesino, se le calentó la mano y nos masacró a todos de manera eficiente; de hecho, llevaba un trozo de metal para simular un arma blanca y al ir a apuñalar a Félix se resbaló y se la acabó clavando de verdad, dejándole un arañazo sangrante en el pecho.

Después de pedirle perdón muchas veces volvimos a sentarnos y nos quedamos un rato hablando de videojuegos a la cálida luz de una lámpara hecha con un bieldo y un sombrero por mampara.


Anoche dormí 4 horas y me estaba durmiendo encima, y después de decirlo y de que varios me apoyaran recogimos rápidamente, volvimos a casa en el coche de Félix y a las 12 y media ya estaba en la cama ready pa mimir.

Comentarios

Entradas populares de este blog

De hamburguesas para llevar

De programmers y runners

De tanatorios y purpurina