De dardos fallidos y noches vibrantes

Ayer fue un día de curro bastante largo y estaba bastante cansado así que a las 5 lo dejé y estuve jugando con mi hermano en Ocaña unos Rockets. Empezamos perdiendo la primera miserablemente, pero dijimos que no era de calentamiento y casi todas las siguientes las ganamos por varios goles de diferencia.

Una hora larga después lo dejamos porque tenía lío y seguí ordenando un poco la habitación hasta las 9, que me duché para ir a la feria con María.



Quedamos en el parque de siempre, y después de unos preparativos fuimos paseando a la feria. Dimos una vuelta para ojear dónde cenar (aunque la verdad es que no había mucha variedad) y terminamos en el puesto clásico de patatas y panpizzas.


Cuando terminamos nos dieron las 11 y algo y los compadres estaban llegado a la feria, así que nos unimos a ellos y fuimos a por unos chupitos de vino y sidra (a recomendación del sabio Joseda). Bea e Irene se unieron un rato, pero su visita fue fugaz y al final de la segunda ronda ya no quedaba rastro de ellas. 

Después de 2 ó 3 rondas más fuimos a los coches de choque; yo me monté con María, Edu con Natalia y Álvaro con Joseda y, después de amenazarnos entre nosotros de muerte, nos montamos un par de veces cambiando de conductor entre medias.

Íbamos demasiado rápidos para el obturador de la cámara

De ahí fuimos a los dardos, y cuando llegamos Natalia dijo que de ahí no se iba sin su peluche, y aunque sonaba muy segura después de la primera tirada todos albergábamos algunas dudas.


Álvaro tiró un par y se sacó un pingüino surfero al que llamó Xosé, y Natalia tiró un par más y la última ni siquiera dio a un globo. El feriante la miró sorprendido, le regaló una tirada más y le dijo que si podía volver a lanzar 3 veces sin explotar ningún un globo le regalaba el peluche que quisiera y Natalia, para la incredulidad de todos, tiró tres dardos exactamente en el mismo sitio sin tocar ni un globo. Ninguno supimos si lo hizo adrede o de casualidad pero se llevó un gatete somnoliento.

En mi vida he visto ni volveré a ver a alguien ganar un peluche fallando

No quedaba mucho que hacer en la feria así que fuimos paseando hasta el baile, nos sentamos en una mesa y pedimos unas copichuelas mientras escuchábamos la versión más rockera de Pájaros de barro.


Me senté junto a María y estuvimos hablando y gestionando la lista colaboratiba de Spotify mientras me iba robando poco a poco a los amigos.


A las 2 y media estábamos todos bastante cansados así que decidimos irnos cada uno a su casa (menos Álvaro). Nos despedimos en la plaza de Natalia, que se marchaba al día siguiente a su pueblo casi todo el mes de septiembre y de Joseda en el cine Molina, y acompañé a María a su casa.

Aunque de camino lo pensamos mejor y nos quedamos hablando un ratete en el parque de siempre.


A las 4 consideramos que ya era lo suficientemente tarde para los dos, la acompañé a casa y pude llegar a la mía, realizar labores de mantenimiento y acostarme antes de y media.

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