De asaltos a castillos y cosquillitas al lado de la piscina

Por la mañana fui con Hermano y Padre al campo a reemplazar los 13 pistachos que habían muerto desde que los plantamos, lo que se resumió en llevar cubos de agua del pozo al resto del campo durante varias horas.

Terminamos destrozadísimos a las 2 y pico y volvimos al pueblo en bici. Comimos lubina al horno y casi a las 5 fui al Teo a ver a Bea y Rodri y conocer a Cortina. Media hora después llegó Natalia y fuimos a casa a por el coche, luego al parador a por los de Madrid que se habían montado en otro coche y les guiamos hasta el castillo de Calatrava.

No recordaba lo poco que rentaba subir la cuesta de piedras con el coche , pero cuando por fin llegamos arriba Jaime hizo de guía y nos enseñó el castillo entero.






Nos fuimos a las 8 y media, a punto de que cerraran, directos al Mercadona de Almagro a comprar avituallamiento para la noche. Haciendo caso al alquimista Rodri compramos licor de mora para hacer calimochos y a Bea vino espumoso y fuimos a casa de Briñas a dejarlo.

Yo volví a casa a dejar el coche y ducharme en 5 min y quedé con Natalia en el pradillo para ir juntos a casa de Briñas, donde pedimos unas pizzas al Di Patri y estuvimos cenando y bebiendo. 

Bea y yo fuimos juntos varias veces a rellenar, y en una de ellas nos declaramos mejores amigos circunstanciales. A mitad de la noche montamos una reunión clandestina de cosquillitas y masajitos que se alargó hasta las 3 de la mañana, cuando Álvaro, a los 4 que quedábamos (Natalia, Bea, Adri y yo) nos invitó amablemente a irnos a tomar por culo.

Nos despedimos de Bea y Adri en el hostal, acompañé a Natalia a su casa y volví a paso ligero a la mía a dormir.

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