Siempre me despierto a las 8:45, pero como la idea de hoy era ir a Vejer sobre
la 1 me puse la alarma a las 8, y por algún motivo me he despertado como
alerta a las 6 y mucho y he estado dando vueltas en la cama hasta que ha
sonado el despertador (el mío, no el de la prima, aunque también he oído cómo
se pasaba sonando 15 minutos sin que nadie lo apagara).
Después de pasar la mañana pairprogramando con Belén los dos lo dejamos a las
12 y he estado perdiendo jugando al Rocket League hasta
las 2 pasadas que ha vuelto Diego de la rehabilitación, nos hemos montado en
el coche y después de 40 minutos y un atasco a la altura de San Fernando hemos
llegado a Vejer.
Llegamos a las 3 y aparcamos plaza del hospital Virgen de la Oliva, donde nos
estaba esperando Irene, después de un rápido brainstorming donde se
descartaron muy rápido los caracoles decidimos ir a comer árabe al
Jardín del Califa, que está en la Plaza de España (la de la fuente), donde nos hicimos una
fotillo.
Ya en el restaurante, y a sugerencia de Irene, pedimos tres platos para
compartir; Tagine Rif de retinto con calabaza caramelizada e higos, pastela de
pollo con almendras, canela y salsa dulce y Mezze del Califa, un plato
degustación con falafel, hummus y babaganoush mientras hablábamos de las
ventajas fiscales que tiene vivir en UK vs España y lo mucho que necesitaba
Irene un gestor.
Tras terminar de degustar tamañas ambrosías pagamos y fuimos a la tetería del
Califa, que tenía unas vistas de Cádiz de locos.
Después fuimos dando una vuelta, pasando por una de las puertas de la muralla
y callejeando por el pueblo.
Eventualmente llegamos hasta el pozo de la iglesia, donde Irene nos contó que
todas las parejas que se casan se hacen una foto. Como nosotros no nos íbamos
a casar, yo le hice una foto a ella mientras Diego me hacía una metafoto a mi.
Un poco más adelante estaba la entrada de la iglesia, desde la que se ve
todo Vejer.
Poco después llegamos al Claustro, un jardín que según la vejeriega
antes pertenecía a las familias más ricas de Vejer pero que ahora es un
restaurante.
Aunque la idea era tomar un café no tenían, así que me pedí lo más parecido,
un cóctel de licor de café, vodca y licor de almendras mientras veíamos a peña
sobrevolar Vejer en parapente.
Les invité a lo suyo y fuimos a la calle donde todo el mundo que va a Vejer se
hace la típica foto, y nosotros no pudimos ser menos.
Seguimos andando y llegamos al bloque de pisos donde vivía Irene de pequeña,
y pasamos a verlo por dentro. Había un patio super bonito en el centro con
banquitos y plantas a los lados (pensaba que le había hecho una foto pero
no)
Callejeamos un poco más y llegamos la estatua con la Cobijá, desde donde se
veía una ladera con una chabola en medio.
Desde arriba se veía la plaza de la Paz, así que fuimos a verla.
Justo antes de llegar había unas paredes llenas de macetas pintadas de
colores.
La idea inicial era tomar algo en la plaza, pero veníamos del otro bar y
no nos apetecía nada, así que después de verla y acariciar a un perrete que
había atado en una maceta al lado de una puerta nos fuimos.
Le pedí a Irene que nos fuera hablando de recuerdos más personales que tuviera
cuando pasáramos por sitios, así que nos llevó a la esquina donde se lió con
su primer novio.
Un poco más delante había una especie de enredadera con flores rosas en la
que le hice tremendo fotón a Diego.
No quedaba mucho más que ver por la zona, así que decidimos ir a casa de
Irene a por su maleta, pero al llegar se dio cuenta de que no tenía las
llaves, y fue cuando empezó la quest. Llamó a su madre, pero estaba en el
Palmar, así que fuimos a casa de su abuela a por su copia de las llaves,
pero tampoco estaba, así que la llamó y fuimos al bar donde estaba.
Con las llaves de la abuela en nuestro poder, pasamos a su casa a
buscar las de la casa de Irene. Era la típica casa de abuela, con todo
cubierto de fotos de sus nietos, y vimos las de la comunión de Irene,
entre otras.
Prefiero no pensar cómo de invasiva a la privacidad es esta
foto
Volvimos al bar a devolverle sus llaves a la yaya y por fin pudimos
subir a casa de Irene, donde nos esperaba su perrita, Lara. No debí caerle
muy bien (supongo que los amagos de ataque que le hacía influyeron en
ello). Mientras Irene terminaba de preparar la maleta, Diego se puso a
tocar el piano que tenían en el salón.
Lara estaba bastante nerviosa, así que la sacamos unos minutos a la
calle, pero como no me quitaba ojo ni dejaba de ladrarme me fui a sentarme a
un banco mientras defecaba.
La subimos, cogimos la maleta y volvimos al coche con la idea de volver a
Cádiz, pero poco antes de arrancar cambiamos de idea y fuimos a Los Caños de
Meca a ver el Faro de Trafalgar.
10 minutitos después llegamos y aparcamos en el parking del bar Dunas (aunque
en teoría era solo para clientes), y fuimos andando por la playa hasta el faro
mientras Irene nos refrescaba la batalla de Trafalgar.
Al llegar a la parte trasera, un acantilado a la playa, nos hicimos una
foto.
Como notaba la tensión sexual entre Diego e Irene me fui a dar una vuelta de 5
minutitos para dejarles solos, y de vuelta hice un vídeo de las vistas desde
el faro.
También hice unas fotos artísticas a una especie de calavera de bronce que
había dentro del recinto del faro.
Volví y, como no había nada más que ver, nos fuimos no sin antes pedir
una foto de pensador.
Mis lágrimas llenarán el mar de Cádiz
De vuelta a Cádiz estuvimos hablandode las aventuras en el
conservatorio de Diego.
Al llegar a Cádiz y aparcar (después de dar varias vueltas con el coche para
encontrar sitio) subimos al piso directos a la cocina, porque apenas habíamos
comido nada para no haber parado en todo el día.
Cené unas gulas con merluza a la plancha mientras hablaba con Irene y
decidimos que mañana, después de comer en el Mercado y hacernos el pendiente,
vamos a comprar los ingredientes para hacer una lasaña el domingo.
Y, por fin, tras casi una hora y media para hacer esta entrada, me voy a
dormir, que mañana tenemos surf a las 11 con 3 amigos de Diego que vienen de
Ciudad Real (uno de ellos es Rodrigo, el chico con el que vino a Almagro a
finales de 2020 al bar donde curraba una amiga suya).
Después de comer quedé con María en Mangalamar para darle un regalo de cumple que había llegado tarde y nos quedamos un rato hablando. (Rompimos) Cuando terminé de trabajar fui dar una vuelta y acabé en Macondo. Y al volver a casa intenté seguir diagnosticando el fallo del altavoz pero el voltímetro se había quedado sin pilas y no tenía otra igual así que lo dejé para mañana. Y por la noche estuvimos de chill en el salón, cada uno con sus movidas.
Mi hermano vuelve otro medio año a Menorca a trabajar y por la mañana le acercamos a la estación para ir a Madrid. Para sorpresa de nadie había retrasos Hicimos tiempo tomando un café y media horilla después nos despedimos. Madre fotógrafa Volvimos a casa y terminé de envolver los regalos para esta tarde. Y para aprovechar el solecito quedamos a las 5 para tomar un café en la plaza. Y una horilla después fuimos a casa de Laura. Estuvimos hablando de movidas de médicos, y como siempre no pudieron faltar las críticas al chamán Asterio. Luego jugamos a ver con qué animales podíamos físicamente y finalmente nos plantamos en el perro grande. De repente aparecieron unas tartas alicantinas. Y no pudimos sino cantar el cumpleaños feliz. Obviamente el equipo videógrafo que llevamos pudo cubrir el evento desde diferentes ángulos. Después planteamos una hipotética velada de ...
Después de comer fui con Madre a Mercadona, terminé de currar y me fui a casa de Carlos a echarle una mano con un nuevo proyecto para barajar las cartas de un juego de mesa del Deep Rock Galactic que está imprimiendo. Y luego volví a salí a correr tras un par de meses, aunque no me di cuenta de cargar los cascos y solo pude escuchar el atronador sonido de mis pensamientos. Y después de una ducha seguí con El camino de los reyes.
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