De cafés mirando al mar bravío y timbas de póker clandestinas

Por la mañana quedamos con Antoñete sobre las 12 en el mirador amarillo de Playa Santa María y al llegar nos encontramos con las olas más grandes que habíamos visto nunca; olas de varios metros haciendo tubos que la peña aprovechaba para surfear aun a riesgo de fenecer en el mar bravío.

Fuimos andando hasta el Mercado y, como siempre, fuimos pidiendo un poco de todo, pero especialmente empanadillas criollas. Antoñete e Irene, un poco más juguetones, pidieron también ostras y erizos de mar.


Poco antes de terminar llegaron Jose y Nani a comer, así que les dejamos la mesa y fuimos andando por el paseo marítimo hasta el Mare's, donde tomamos unos cafeses con vistas al mar y a los surferos que seguían.

Sobre las 7 volvimos al piso, parando de camino en el Jamón para avituallarnos para la noche. Ya en casa sacamos el poker (al que no habíamos jugado todavía) y Jose y Fermon nos aprendieron a jugar al resto mientras que Antoñete se sacaba escaleras de color.


Fermon y Rafa cometieron el fatídico error de pedir burritos picantes al mexicano para cenar; el primero se pasó un par de horas de la noche sentado en el señor Roca y el segundo la mañana del domingo.

Jose, Antoñete y Sara se fueron sobre el toque de queda y Rafa se bajó de los juegos de mesa, así que nos quedamos Fermon, Diego, Irene y yo jugando al Exploding Kittens hasta la 1 y poco, que nos acostamos todos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

De hamburguesas para llevar

De programmers y runners

De tanatorios y purpurina