De ambrosías y apoptosis

Después de una mañana de reuniones comí con el Diego en la cocina por pereza mientras Rafiki y Fermon veían el debate para la presidencia de Madrid.

Terminé de currar a las 5 y fuimos a casa de Antoñete, por fin, a fagocitar las ambrosías reposteras que hicimos. Además, Sara había hecho esa mañana nutella casera con dátiles, y desde que salimos del piso hasta llegar a la playa nuestros páncreas no pararon de generar insulina.

Cuando llegamos, y con la marea más baja que he visto nunca, dibujamos un campo de fútbol en la arena improvisado y jugamos Antoñete y yo contra los madrileños mientras Diego se leía unos artículos de la blockchain.

Cuando terminamos ellos se metieron en el mar y yo iba a hacer lo mismo después de dejar las deportivas en el mandala que siempre ponemos en la arena, pero me puse a hablar con el Diego y se me fue el vino en catas.

Cuando volvieron, y después de hablar de radiación ionizante y células suicidas, estuvimos jugando a las palas hasta que nos fuimos a las 9, y entre medias llegó Jose con la perrita Bela y el que esperaba a jugar se dedicaba a cansarla.



 Por la noche, ya duchados y cenados, estuvimos en el salón mientras Diego y Fermon perdían una y otra vez al LOL. Ellos se fueron a la cama a las 12 y poco, pero como de costumbre a mi se me lió y terminé acostándome a las 2.

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