De inmersiones granadinas, coronaciones marinas y noches heterobásicas

Nos levantamos a las 7 y media y media hora después estábamos saliendo hacia Almuñecar para reencontrarnos con Joao (Yván se ha ido unos días a Francia y no pudimos ir en barco).

Aunque el José pilló la salida hacia el norte por costumbre y perdimos unos minutillos volviendo recalculando el camino.

A las 8 y 20 nos reencontramos con el Joao y fue como si no hubiese pasado el tiempo. Mientras nos poníamos los neoprenos estuvimos charlando con Michael, un man de New Castle con el acento más cerrado que habíamos escuchado nunca.

El Joao tenía un par de manes a los que instruir y nos fuimos con Sandra en la furgo hasta la playa de siempre.

Hicimos dos inmersiones y ambas fueron espectaculares. En la primera fuimos por la derecha de la cala y pasamos bajo unos arcos submarinos y vimos una barca hundida y en la segunda vimos un montón de pececillos NPC, un pez San Pedro y hasta un pulpillo escondido en unas rocas.

El regalo del cumple de Jose eran unas gafas de bucear, que eligió al volver y el Joao se las puso en un ceremonia casi religiosa.


Aunque nos hubiéramos quedado a comer con él el Diego se quedó en Málaga así que volvimos a comer en La malagueña cuando besa.

La paella de carrillada

Teníamos el resto de la tarde libre y el tiempo estaba feote así que volvimos al piso y nos echamos unos Unites.


Por la noche había partido Madrid-Barsa y lo vimos con unas pizzas.

Luego un resumen del combate de Topuria, que ganó por KO, y nos fuimos a la cama mucho más cansados de lo que deberíamos.

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