De buceadpres neófitos y películas plúmbeas

A las 7 empezaron a sonar las alarmas, nos tomamos un sucinto café y pusimos rumbo a Buceo Almuñecar.

Llegamos tras una horita de viaje y como conducía Jose encontramos aparcamiento casi al lado.

Nos recibieron el dueño, Yvan (un jambito del norte de Francia) y Joao (un sevillano con nombre portugués que trabaja como su subalterno), nos explicaron rápidamente la movida y el equipo íbamos a usar y nos pusimos los neoprenos.

Fuimos en furgo hasta la playita de Marina del este, montamos el equipo siguiendo las precisas indicaciones de Joao e Yvan y nos captamos unos a otros (chaleco, plomos, tiras, aire, ok), fuimos al agua y nos sumergimos al signo de 👌👎.

El primer momento de inmersión fue casi mágico; empezamos a desinflar el chaleco y de un segundo a otro pasamos de estar en una playa común a un mundo submarino totalmente nuevo.

Pasamos la primera inmersión haciendo ejercicios básicos como quitarnos el regulador (regu a partir de ahora) y la máscara bajo el agua imitando al Joao, aunque Pedro optó por darse una vuelta con Yvan primero.

Salimos a descansar un rato y a echarnos un café y miramos con la mayor de las envidias el bocadillo del Joao, que era perro viejo y se sabía la del hambre, y nos apuntamos mentalmente llevarnos algo de picoteo para el día siguiente.

Cambiamos las botellas, nos pusimos el equipo y volvimos al agua para seguir con ejercicios de flotabilidad básica y dar una vuelta submarina, aunque Pedro tenía demasiado frío y se salió un rato antes y Félix empezó a notar una presión descomunal en el ojo derecho y le acompañó.

Salimos del agua, subimos las cosas a la furgo y volvimos hasta la escuela de buceo para desmontar el equipo y volver a ponernos ropa de calle.

Muertos de hambre y sin saber qué comer, dimos una vuelta por la zona buscando un bar que solía frecuentar el Jose cuando veraneaba en el pueblo.

Acabamos en los Arcos, un sitio totalmente mediocre, comimos de tapeo rápido y volvimos al coche para ir a Málaga.

A Félix y Pedro se les hizo corto el viaje

El Jose tenía que hacer movidas cartográficas con el SIG así que acompañamos a Félix a comprar suero marino para destaponarse la nariz y dimos una vuelta por el paseo marítimo.

Volvimos cuando Jose terminó, pedimos unas pizzas y fuimos a comprar algunas movidas de picoteo mientras llegaban. 

Cometimos el error de ver Operación Fortune y, entre lo mala que era y el sueño que teníamos, apenas pudimos esperar a que terminara para irnos a dormir.

Cambiamos la alineación de la noche anterior y me fui a dormir con Félix a la litera de arriba, aunque chirriaba con que solo parpadeara un poco fuerte y le costó un poco más dormir que la noche anterior.

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