De espías chinos y vuelos de vuelta

Como nos acostamos prontito no nos costó mucho levantarnos a las 8 y poco. Nos duchamos e hicimos las maletas sin prisa, hicimos el checkout y fuimos a probar las delicatessens de desayuno del McDonals edimburgués.

Pasamos al Tesco de enfrente a comprar algo para comer en el avión y luego al bus que nos llevaba al aeropuerto, que paraba en la misma calle.


Terminando los cafés

Tras pasar el control de seguridad (en el que puede que me escurriera después de quitarme los zapatos y me cayera) vimos lo que esperábamos que fuese un espejismo; el mismo chaval que nos llevaba siguiendo todo el viaje estaba también ahí.

Sin poder creer nuestros ojos y al borde de la histeria, fuimos corriendo a nuestra puerta de embarque y vimos que también compartíamos vuelo.

El chaval llegó a Edimburgo en el mismo vuelo que nosotros, cogió el mismo bus para ir a Glasgow, fue a los mismos sitios que nosotros, volvió a Edimburgo, comió en el mismo sitio y a la misma hora que nosotros y volvió en el mismo vuelo a España. Demencial.

A las 12 conseguimos subir al avión.

Y pasamos las siguientes 3 horas de chill viendo vídeos.

Cuando llegamos a España fuimos directos al parking, sacamos el coche y fuimos al Casar. Paramos de camino en un Mercadona para comprar la cena, unas tiras de pollo americano.

Estuvimos de chill en el piso, cenamos y no tardamos mucho en acostarnos.

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