De revisiones médicas y traqueteos incesantes
Fui en ayunas con Jorge a Madrid en el primer y más miserable tren que salía de Ciudad Real, y cuando llegamos a Atocha el cercanías estaba tan lleno que tuvimos que esperar al siguiente.
A las 10 y algo bajé al control médico anual.
Y a las 4 y media fui hasta la planta -3 del intercambiador de plaza de Castilla para ir al Casar en el 184.
Después de una hora de mareos en los que no me atreví a apartar la mirada de la lontananza llegué a casa de María.
Tras ponernos al día, entre el sueño que tenía y que nos tocaba madrugar aún más para salir al aeropuerto consideré oportuno descansar mis cansados ojitos unos segundos de los que no tengo recuerdo.
Cenamos una pizzita y unas sidras de fresa y a las 10 nos estábamos yendo a acostar.
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