De vuelos separados y trovadores polacos
El vuelo salía a las 3 y media así que nos levantamos sin prisa, terminamos las maletas y fuimos a comer algo y a comprar la comida.
Desayunamos en un Nero.
Y fuimos a comprar unos bocadillos y unas patatas exóticas por última vez a un Żabka.
A la 1 pedimos un Uber para ir al aeropuerto Modlin y, como siempre, hicimos un par de horas de tiempo mientras salía el vuelo (me empieza a ir cuadrando menos llegar con tantísima previsión).
Echamos un par de Unites y en una ocasión María pasó de ayudarme para matar a un bichito. Le dije que no era la jugada óptima, lo que no le hizo mucha gracia.
A las 3 y algo salimos a pista.
Y a y media salíamos. Desgraciadamente nadie quiso cambiarnos sitios así que nos sentamos separados y no pudimos seguir viendo La achechina.
Llegamos a Madrid a las 7 y, 15 minutos después cuando María consiguió salir del final de avión, fuimos a Mar de Crista. Allí nos esperaban Carol y Rodri y fuimos en coche hasta el tercer palazzo antes de bajar a tomar unas cerves mientras les contábamos nuestras aventuras polacas.
Y un poco antes de las 12 nos despedimos para irnos a dormir.
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