De pescaíto frito, alcazabas gratuitas y meretrices ruidosas

Quedamos a las 9 para salir con el fresquito, y tras llenar el maletero pusimos rumbo a Málaga.


Fueron 3 horas y pico de viaje y, a pesar de mis insistentes proposiciones, Jose no quiso dejarle el volante a Broce para echarse un Unite.

Como siempre que conduce Jose, encontramos un aparcamiento en la puerta de su calle, dejamos las cosas y fuimos a ver dónde comíamos.

Acabamos en Er pichi de Cái pidiendo cazón, unos chopitos, tortillas de camarones y un pulpo a la brasa que estaba increíble.

Terminamos de comer a las 2 y volvimos al piso a pasar las horas más duras de sol bajo un chorro de aire acondicionado. 

Por supuesto los Unites no pudieron faltar; Jose se había comprado al Confrey aka Comfey e hicimos una serie de partidas delictivas. 


Cuando nos cansamos de ganar, vimos un capi del castillo de Takesi y fuimos a dar una vuelta.

Fuimos en metro hasta el centro.

Bajamos al lado de la calle Larios.

Y fuimos a ver la Alcazaba, que los domingos es gratis.




Y seguimos con la vuelta, pasando por el Pimpi.


Luego por la catedral.


Y acabamos en el Castillo de Pepe para cenar.


Pedimos rosada, gambas al pilpil y una ensaladilla increíble.

Y unos postreros helados al terminar.

Y volvimos al piso, un tramo andando y otro en bus.

Después de otro par de Unites pusimos Mr. Nobody y aproveché para adelantar algo de curro.

Y a las 12 y algo nos fuimos a dormir.

O esa era la idea, porque en la ventana de al lado hay una mancebía y las cortesanas consideraron oportuno montar una fiesta a las 6 de la mañana. Por lo menos pusieron temazos de reggaetón, y el Jose perreó hasta el suelo mientras llamaba a una policía que nunca llegó.

Comentarios

Entradas populares de este blog

De hamburguesas para llevar

De programmers y runners

De tanatorios y purpurina