De baños concurridos, comidas rockeras y conciertos lluviosos

Jorge volvía a Ciudad Real en el tren de las 10 así que mientras Belén y yo dormíamos un poquito más el se preparó para irse.

Pasó por el baño.

Y luego yo.

Sobre las 11 me despedí de Belén, desayuné en un bar de camino al metro y una hora y algo de viaje después estaba llegando a Rivas-Futura, y tras un paseito me encontré con los Briñas y fuimos a comer en un bar al lado del auditorio mientras hablábamos del último concierto de Marea al que intentamos ir los 3 juntos, hacía justo 11 años, y que terminó cancelado por la lluvia.

Al rato llegó el Ángel, un hombre de Villarrobledo que habían conocido los Briñas haciendo cola en conciertos prepandemia, y nos estuvo poniendo al día de su vida y de su grupo, Macarreces Zero.

Luego llegaron otros amigos de su pueblo, a destacar el Alberto, el Juan y el Rafa, quien también tiene un grupo, Forrasao.

Tras un pequeño malentendido de Rafa con el camarero por el que casi le cobran 70€ (aunque él bien podría haber aceptado 60€) sobre las 7 fuimos a por unas litronas y a la cola.

Pasamos a las 8 y media y buscamos un sitio adecuado, ni demasiado cerca ni lejos, mientras empezaban los teloneros, Bocanada, el grupo del hermano del Kutxi.

El cielo estaba bastante feo y empezamos a temer que el concierto acabara cancelado como el anterior.

La bandera superior del escenario se voló e hicieron subir a un pobre hombre mientras le animábamos desde abajo.


Y finalmente a las 9 salieron los Bocanada.





Ni Álvaro ni yo los conocíamos y nos sonaron increíbles, aunque escuchando los discos en días venideros no nos cuadraron tanto.

Y, como en otros conciertos, puse la grabadora de fondo.


Y a las 10 por fin empezaron los Marea, abriendo con Otra cicatriz.


Siguieron con Más me duele a mi, La grillera y Mierda y cuchara.


Luego El temblor y Mauela canta saetas. 


Siguieron con El más sucio de los nombres, Se acaba el baile y, por fin, Corazón de mimbre (que cantó con su hijo Aarón, todo muy familiar), Que se joda el viento, Ceniciento, Buena muerte y Trasegando.


Luego Alfileres.


Siguieron con unas palabras bonitas para Boni, el cantante de Barricada, y El trompo, Te voy a decir la verdad, Lo habido y La rueca.


La luna me sabe a poco.


Y luego pararon para mear.

Volvieron a los 5 minutos con Albertucho, en un evidente estado de excesiva embriaguez, y cantó como pudo Nuestra fosa, se fue y siguieron con Esta puta soledad (doble bajona, por ser lentas y por ser nuevas) pero nos volvimos arriba En tu agujero y Como los trileros, que cantó con el Martín.


Pararon otros 5 minutillos y pasó con Luter, un colgao al que nadie conocía, para tocar Jindama. Cuando terminaron se pasó, siguieron con El perro verde y volvieron a parar.

Al volver presentaron al grupo y dieron las gracias a su equipo y terminaron con Marea.



Cuando conseguimos salir del reciento vimos brevemente a Rafa y sus compinches, nos despedimos fugazmente y volvimos al coche para salir.

El problema es que las otras 30.000 personas que había allí pensaron lo mismo y tardamos un poco más de lo previsto en escapar de Madrid.

Pillamos autovía a la 1 y algo y, aunque Álvaro (menos mal) iba totalmente despierto, Alberto y yo fuimos dando cabezadas hasta que llegamos a casa.

El jueves por la noche no caí en que volvería de madrugada y no cogí llave, así que tuve que llamar y despertar a quien tuviera el sueño más ligero.

Y evidentemente me acosté del tirón, con los oídos aún pitándome.

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