De noches febriles y curanderos cerrados

Habiendo rozado la muerte por altas fiebres por la noche, sobre las 10 me pasé por el chamán del pueblo para preguntarle sobre mi salud.

Pero después de estar 15 minutos esperando, y viendo que no abría, se me ocurrió acercarme a la puerta.

Así que di media vuelta para pedir la opinión de un farmacéutico y de paso me quedé casi un par de horillas en Macondo.

Y echamos unos Unites.


Por la tarde no hice mucho y por la noche no tenía salud para salir.

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