De habitaciones recogidas y vueltas a casa

Bajo los efectos analségicos de la medicina moderna pasé la mañana recogiendo todas las cosas del piso.


Por algún motivo me dio especial pena tirar esta taza roñosa y sin asa, que me traje desde el piso en Collado del Viento, después de volver a encontrármela cuando volví la segunda vez (aunque todo este apego emocional no la salvó de terminar en la basura) .

Y para cuando llegaron mis señores padres ya estaba todo limpito y recogido.

Contra todo pronóstico y tras hacer un poco de tetrix todo terminó cabiendo en el coche. Condujimos hasta el restaurante de Ontígola La Posada, donde ya comimos con mi señor tío y mi señor hermano hace unos meses.

Llegamos a Almagro sobre las 6, escasos minutos antes de que María saliese hacia Granada, y pudimos vernos 20 minutillos antes de que María pasase a por ella en coche (y, de nuevo, se me pasó hacernos una foto).

Pasé el resto de la tarde y la noche deshaciendo las maletas y colocando todas las cosas y hasta limpié la torre con el compresor de aire. 

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