De tardes lluviosas, chefs improvisadores y gafas rotas

Tras telecurrar, comer y descansar un ratete, a las 6 pasó María a por mi para ir a la feria, donde nos esperaba, Carol y Rodri, que acababan de llegar de Madrid, y Antonio a.k.a. el hijo del médico, que acababa de llegar de Jaén. 

Estuvimos un ratete en los chozos hasta que empezó a chispear, miramos la app del tiempo y vimos que se iba a poner mucho peor, así que aunque los compadres más hidrófugos se quedaron María y yo nos fuimos a casa.

El cielo cerca de casa

De camino a casa me crucé con un viejete potencialmente senil y cometí el craso error de darle bola, una pequeña maniobra que me costó 20 minutos.

Cosa de las 10 María se pasó por casa para cenar preparamos unas tortitas de zanahoria y medio alfajor argentino de postre.

Alguien tiene que fregar

Tras ingerir tamaño festín me duché y vestí rápidamente.

Tengo una paparazzi personal

Y tras una foto en el espejo para checkear nuestros outfits nos fuimos a casa de Edu.

Entre unas cosas y otras nos presentamos un poco tarde y llegamos en mitad de una partida del yonunca.

Sobre las 2 y media recogimos y nos fuimos a por unos vinillos a la feria.

En un alarde de estética, tuve la brillante idea de quitarme las gafas y guardármelas en el bolsillo para una sesión de fotos


Inexplicablemente, el tornillo que sujeta el cristal a la montura se salió, y para no ir a casa a por las lentillas pasé el resto de la noche viendo borroso.

Entre eso y que la música no dejaba oir nada estaba en plena privación sensorial

Tras perrear hasta abajo en el chozo del Chiri y quedarnos un rato hablando con la casa Santacruz y Laura en un banco cerca de la entrada de la feria nos dieron casi las 5 y María y yo nos fuimos a casa.

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