De reyes magos atrasados, teorías antropológicas y LAN parties

Mi hermano prefirió salir anoche que abrir los regalos a una hora prudente así que tuvimos que esperar a que a las 12 decidiera levantarse.

Después de los unboxings y la consiguiente recogida de papeles de envolver rotos (y guardado de los sobres y bolsas bonitos) fuimos a terminar de montar una de las máquinas para el campo que Páter se había autorregalado.

Parte de la máquina en cuestión puede verse a la derecha

Estuve yendo y viniendo de la cocina para terminar la comida; pollo tikka masala con arroz con mantequilla y limón, posiblemente mi opus magna culinaria.

Después de que el núcleo familiar se deshiciese en halagos a mi innegable don para la alta cocina probamos el roscón de reyes, uno de los pocos que quedaban esta mañana en Pan Real (y al 50%).

Pasé la tarde entre vídeos de Youtube y capítuos de The Office hasta las 8, que quedé con María. Dimos una vuelta por el pueblo hablando de variabilidad genética hasta que casualmente llegamos a Di Patri y ya que estábamaos pedimos una de sus famosas pizzas homónimas.

María pensativa mientras busca la cámara a la que mirar en un movil al revés

Cuando terminamos ya eran las 10, hora a la que se había convocado nuetra exclusiva reunión en Macondo, el equivalente al Club Bilderberg del mundo gamer, en la que acudimos 5 de las personalidades más influyentes en el Pokémon Unite.

Llegamos a la librería después de una breve parada en un chino para adquirir unas viandas dulces y, por la escasez de sitios para sentarse, María se acercó al bar de su madre acompañado de dos fornidos libreros a por 3 sillas más.

Cuando tuvimos las sillas listas, las chuches en la mesa y los móviles conectados a la wifi pudimos empezar a jugar.

Las 3 primeras partidas fueron un desastre; no sabíamos ni por dónde nos caían y perdimos miserablemente.




Una vez calentadas las falanjes, las 3 siguientes se dieron considerablemente mejor y las ganamos de paliza. 




A partir de ahí fuimos alternando victorias y derrotas, y aunque jugamos 2 ó 3 más mi móvil empezaba a andar corto de batería y opté por no grabarlas para ahorrar unos mAh.



A la 1, después de una paliza en la que los rivales pasaron de los 1000 puntos (cifra que no había visto antes) decidimos dar por finalizada la noche y nos fuimos a casa.

Como buen caballero acompañé a María hasta la puerta de su casa y nos despedimos tristes hasta dentro de un par de semanas, cuando volverá de Granada, y cuando llegué a casa me acosté del tirón.

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