De viajeros madrugadores, comidas con amigos y rutas recomendadas

Como los madrugadores ganaron, me levanté a las 9 menos 15 y a y 15 ya estaba listo en casa de Jaime. En un coche iban Álvaro, Natalia y Joseda y nosotros nos pasamos a por María, que venía casi de empalme, en un momen.



Cuando llegamos aparcamos en el parking Safont y aunque otro coche se pasó antes a por Bea mientras nosotros pedíamos unos cafeses calentitos para llevar. De ahí subimos las escaleras mecánicas hasta el casco antiguo y fuimos hasta la catedral, ahora profanada por la bachata impía de CTangana.


Estrenando el ojo de pez

Estaban en mitad de una misa y no había mucho que ver así que no tardamos mucho en salir, y luego fuimos a la parte delantera donde nos turnamos para irnos haciendo fotos.



Se iba haciendo tarde, así que fuimos a la Malquerida, a sugerencia de Bea, e hicimos algo de tiempo leyendo la carta mientras esperábamos a que llegara Edu.



Cuando estuvimos todos pedimos, y María y yo compartimos un wrap de pollo, una ensalada Thai y una tarta de queso y kinder bueno.



Cuando terminamos fuimos dando una vuelta al Museo del Ejército.



En el Museo no había mucho que ver, así que fuimos directos al Alcázar.


María quería hacer fotos cute en el claustro pero a mi no me hacía tanta gracia.


Cuando subimos a la parte de arriba nos repartimos entre varios bancos y Jaime descubrió lo que era la soledad.


Desde ahí fuimos a un bar a tomar unas cerves y luego a dar una vuelta por el centro.



Después de acercar a casa a Bea volvimos en la misma alineación de coches, aunque nosotros en vez de hacer caso Maps fuimos por Manzanares a recomendación de Álvaro y aunque Jaime superó ligeramente los límites de velocidad impuestos por la Dirección General de Tráfico terminamos tardando media hora más que a la ida.

María llevaba todo el día tosiendo bastante feo así que para asegurarme de que llegaba bien a casa la acompañé y le preparé unas tortillas deconstruidas para cenar.

Aunque contrato todo pronóstico (meteorológico) no cayó ni una gota durante todo el día en el rato que cenábamos empezó a llover fuerte así que a las 12 cuando me fui María tuvo a bien de acercarme en coche a casa, me puse el pijama y no tarde mucho en quedarme dormido.

Comentarios

Entradas populares de este blog

De hamburguesas para llevar

De programmers y runners

De tanatorios y purpurina