De catedrales castúas y cervezas de bellota

 Me desperté a las 8 para terminar de hacer la maleta y antes de las 9 ya estaba en casa de Jaime. Obviamente tuvimos que esperar a Álvaro, y cuando por fin estábamos listos para salir se dio cuenta de que se había dejado algo y tuvo que volver a casa.

Jaime y Edu se llevaron coches, y yo iba en el del primero con Joseda, con quien me jugué en una encarnizada pelea a pares y nones el ir de copiloto, pero en el último momento perdí y me tocó detrás.

Revisando las fotos que fui haciendo me he dado cuenta de que son una puta mierda; borrosas, descentradas, giradas... pero las hacía rápido cuando me acordaba para no perder mucho tiempo y algunas han salido regular.

El caso es que después de un viaje con temazos como Laponia o Física o Química paramos en Talavera para desayunar y planear qué hacer cuando llegáramos al piso, y después de decidir que íbamos a comer ensalada de pasta nuestro coche fue el designado para ir al Carrefour de Plasencia a por los ingredientes.


Después de un total de 3 horas y media de viaje (que al Juan se le hicieron menos por su narcolepsia) llegamos a Plasencia y fuimos directos a comprar; buscamos los ingredientes rápido y volvimos al piso con eficiencia militar.

Cuando llegamos, los que ya llevaban un rato en el piso (al fondo) bajaron a ayudarnos a subir las cosas.


Ya arriba, y mientras María y yo preparábamos la comida, Jaime hizo un video tour del piso.


Cuando los dos chef terminamos de preparar la ensalada comimos todos juntos en el salón.


Con el café y la cervecita de la sobremesa nos quedamos en el salón jugando al Código Secreto, yo con Álvaro y María, viendo de fondo el Japón-México disputarse la 3° posición de fútbol de las olimpiadas.


Cuando terminamos un par de partidas fuimos a dar una vuelta por Plasencia.

Con el acueducto de fondo

Leyendo la descripción de una estatua un poco trambólica

Enfrente de la catedral

Después de dar una vuelta por los derredores de la catedral nos sentamos en un bar que había enfrente y nos entretuvimos haciéndonos fotos.



Tu padre cuando le dices que quieres hacer Bellas Artes



En algún momento Juan y Álvaro empezaron a jugar a un calientamanos que ganó el primero de calle.


Nos quedamos por ahí hasta que se empezó a hacer de noche y nos entró hambre, que fuimos a cenar al Tentempié. Tenían una carta bastante loca y, como siempre, me fui a por lo más loco, pero esta vez fallé. 

Después de pasar la tarde dando vueltas por Plasencia tenía más hambre que el tamagochi de un sordo y me pedí un pan bao con pato pekinés pensando que me iba a deshacer en mi propia saliva y me llegó esta puta mierda diminuta.


Después de pagar coincidí con el compadre Álvaro en el baño y nos hicimos la clásica foto de espejo.



Después dimos una vuelta por el centro buscando una cervecería medio guapa y acabamos en la Abadía.


De nuevo, lureado por los sabores nuevos, me pedí una cerveza castúa de bellota, pero esta vez acerté de lleno.


La cervecería tenía un patio interior que estaba lleno cuando llegamos, pero al poco se quedaron un par de mesas libres (porque éramos 7 y el máximo por el bixo por mesa eran 6) salimos fuera.


Estuvimos de chill hasta que la peñita empezó a tener frío, que volvimos al piso dando una vuelta tranquila.

El ayuntamiento con luces un poco aleatorias

Pongo esta foto para que atestigüe que mi móvil no da pa hacer fotos de noche

En realidad no fue tan tranquila; estuvimos jugando al pillao nocturno corriendo como idiotas por las clases placentinas.

Cuando llegamos al piso, el Jaime se escondió corriendo debajo de la cama del Joseda para asustarle cuando llegara. El único problema que había en su plan es que se le veía y así no se puede asustar a nadie.


Mientras María y Edu se duchaban el resto apagamos las luces del piso y les obligamos a jugar a las tinieblas cuando salieron, aunque tampoco había mucho sitio donde esconderse y nos encontraron enseguida, momento en el que los demás pudimos ducharnos.

Es importante lavarse los dientes antes de dormir

Luego nos quedamos un rato de chill en el salón.
 

Pero en realidad Jaime y yo estábamos esperando a que todo el mundo se acostara, momento en el que fuimos a nuestro cuarto a por el colchón y lo llevamos al salón, la única habitación con aire acondicionado, para poder dormir fresquitos, y nos terminamos acostando a la 1.

Comentarios

Entradas populares de este blog

De hamburguesas para llevar

De programmers y runners

De tanatorios y purpurina