De tarasís y secretos no tan bien guardados
Acostándome a horas tan intempestivas empecé a currar a las 10 y media, así que terminé sobre las 5. Después de unas gestiones sociales (hablar un poco por whatsapp) fui a una alfayate del pueblo a que me arreglara una camisa que me compré anteayer, porque uno de los problemas de ser alto y delgado es que tengo que comprarme camisas grandes por los hombros y pecho y luego me están enormes de vientre y cintura.
Después de que cogiera las medidas nos pusimos a hablar y a lo tonto no volví a casa hasta las 8 y media, cené un sandwich mixto to rápido y me fui a la plaza con los compadres.
Natalia y su hermana llegaron a la 1 y media de ver la misma obra a la que fuimos ayer. Nos echaron del bar a las 2 y media, así que nos fuimos despidiendo de todo el mundo de camino a casa hasta que me quedé con los dos libreros en el pradillo y terminamos sacando casi a golpes a Álvaro el desenlace de sus líos de faldas.
De camino me encontré con Nitro, que aunque estaba con sus amigos se había alejado con Elara para ver si dejaba de llorar un poco, y estuvimos hablando un rato.
Estuvimos todos con Alberto y Laura, aunque se fueron cuando nosotros fuimos al Ezequiel a hablar de la Constitución de números aparentemente arbitrarios que se habían inventado los libreros.
Natalia y su hermana llegaron a la 1 y media de ver la misma obra a la que fuimos ayer. Nos echaron del bar a las 2 y media, así que nos fuimos despidiendo de todo el mundo de camino a casa hasta que me quedé con los dos libreros en el pradillo y terminamos sacando casi a golpes a Álvaro el desenlace de sus líos de faldas.
Al final, y para sorpresa de nadie, me terminé acostando más tarde de lo que debería.
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