De impostores y dramaturgos

Después de una mañana tranquila terminando secundarias en el Valhalla horneé una dorada a la sal para comer.

Un poco más tarde, sobre las 6 estuve jugando con el Nitro y el Diego al mapa de la feria del L4D2, pero después de que nos mataran 3 veces seguidas en el mismo puto sitio decidimos que ya habían sido suficientes zombies por una tarde y quedamos en la plaza para tomar algo también con el Félix.

Después de comprarnos unos heladetes para combatir el calor nos dimos cuenta de que llevábamos todo el día sentados y decidimos dar una vuelta por el pueblo.

Terminamos en el merendero del quijote y estuvimos jugando un Among Us para que el Nitro lo probara.


Volví a casa bastante justo de tiempo, así que me duché y me puse bien verde bacano para ir a ver qué se contaba Calderón.


Aunque la idea era haber ido con María al final no pudo venir por un contacto con un positivo, así que se vino mi home Jaime.


Fuimos a ver El príncipe constante, y a pesar de que íbamos bastante condicionados por la opinión negativa de la afamada crítica de teatro Natalia Perez, se nos pasaron las dos horas de obra bastante rápidas, aunque no fue tan vibrante como podría haber sido.


Terminamos casi a la 1. A la salida cruzamos enfrente de Ezequiel y nos acordamos de que era el último día de Silviña antes de que emigrara a Toledo, así que pasamos a despedirnos y a hacernos una foto de recuerdo.


Le deseamos mucha suerte en su nueva etapa en la vida y nos fuimos para casa hablando de lo bien que lo íbamos a pasar jugando al Yo nunca en Plasencia, nos despedimos en el pradillo y me fui directo a dormir.

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