De hijos pródigos que vuelven a casa y juegos en VR que no marean

La alarma me sonó a las 7 y me levanté rápido a terminar de meter la almohada y los cojines en la maleta, a darle un último repaso a todo y a dejarle la habitación prepara al Rafa, que se va a mudar.

El tren salía a las 8:15, así que llamé al taxi a las 8 menos cuarto, en 5 min estaba abajo y 10 después en la estación. 


Me subí al tren y me pasé las casi 4 horas de viaje leyendo Ensayo sobre la ceguera. Al llegar a Ciu me recogió padre, volvimos a Almagro e hize una ensalada de pasta para comer.

Por la tarde me pasé por la librería a ver a Jaime, que era al que le tocaba, y me estuvo poniendo al día de los devenires amorosos del otro librero, quien llegó a las 8 y algo de jugar al tenis.

Aunque mi idea era quedarnos a tomar algo se fueron a ver el fútbol, así que fui a casa del Nitro a ver a Elara. Después de estar un rato los 4, Ceci se la llevó a dar una vuelta y me quedé con el padre probando varios juegos de VR, que ya no marean (no como los que probé en Granada mientras hacía el TFM, que tenía que tumbarme en la cama después de jugar 5 minutos).
 

Luego cenando unas pizzitas mientras chapábamos, y a las 12 pasadas me fui a casa y me acosté corriendo-

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