De fábulas búlgaras
El tren que me llevaba a Madrid se retrasó 10 minutos, hizo que perdiera el cercanías y me tocó esperar 40 minutos en Atocha.
Llegué casi a las 11, igual que el Hristo, y pasamos el resto de la mañana con la tarea de RabbitMQ.
Estaba especialmente nostálgico y me estuvo contando algunas historias búlgaras.
Por un lado, la historia de la abuela y el gallo; durante la ocupación otomana, una abuela búlgara escondió a unos niños para evitar que fueran capturados. Cuando llegaron los soldados, mató un gallo y derramó su sangre frente a la casa para que creyeran que otro grupo anterior ya había matado a los niños, salvándolos.
También la movida de la pulsera roja y blanca que llevaba, las martenitsi, para celebrar la llegada de la primavera y cómo la profe que tenía de pequeño le contaba que tenía que estar preparado para una futura invasión turca.
A las 7 salí de meteo para ir a casa de mi tío y pasamos la noche cocinando y charlando hasta las 12.
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