De dedos vertiginosos
Por la tarde quedé con el Carlos para programar un rato y me llevé la guitarra por si conseguía que se calentara, pero sus manos solo querían hacer peticiones HTTP.
Luego llegó Elara y estuvimos jugando a que rasgara las cuerdas mientras yo ponía acordes.
A las 9 y algo me fui, hice la cena y vimos un capitulillo de Severance.
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