De runners penosos y azúcar rosa
A las 5 volví a quedar para correr con Alberto pero hicimos unos tiempos tan malos que ni siquiera los subo.
Me duché corriendo y fui a casa de Carlos. Era el cumple de Elara y Diego y Elena también habían ido a verla, aunque primero estuve terminando unas cosas mientras charlábamos.
Y como tiene tantos libros y juguetes que ni ella y ni sus padres saben qué hacer con ellos y, a la vez, está obsesionada con el rosa, le regalé Nesquik de fresa.
No lo soltaba |
Se nos lió hasta tarde y mientras cenaba estuve jugando, como en las bodas, a ponerle pinzas sin que se enterara.
Me despedí del Carlos a las 11 y algo y en casa no tardé mucho en acostarme.
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