De tortitas realfooders, conversaciones profundas, túneles bélicos y fortalezas musulmanas
Debido al cansancio acumulado del día anterior, decidimos no madrugar y, al mismo tiempo, darnos un pequeño homenaje. Por ello, el jueves nos levantamos sobre las 9.30 a.m., y Pedro se puso a prepararnos un desayuno digno de los salones del Palacio del emperador Adriano en Tívoli.
El plan del día era sencillo: hacer turismo en Almería capital y, si nos daba tiempo, visitar alguna playa cercana por la tarde.
En cuestión de media hora llegamos a la ciudad. Dejamos el coche en un párking de pago y nos fuimos directos a una oficina de turismo para que nos recomendaron las atracciones que ver en un día.
Primero nos dirigimos a un centro de interpretación que se encontraba en la Plaza de la Constitución donde resumían, con materiales interactivos, la historia de la ciudad.
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Foto de la plaza de la Constitución. El monumento conmemora la ejecución de "Los Coloraos", un grupo de liberales españoles que intentó reestablecer la Constitución de 1812 tras la vuelta al absolutismo de Fernando VII |
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Maqueta to flama de la ciudad |
La mayor parte de la información que ofrecía el centro se encontraba resumida en un vídeo de 10 minutos que había en la primera sala.
A continuación nos dirigimos a la catedral, donde esperábamos encontrar una nave basilical fresca, ideal para buscar en google maps el lugar en el que comer.
Pero, para la indignación generalizada, la entrada nos costó 6 eurazos por persona, a cambio de un ticket y un audioguía plagado de propaganda evangelizadora y con carácter doctrinal. Nos pareció repugnante.
Al interior, la iglesia, de planta basilical con tres naves y altar en la zona del transepto, era bastante sosa. Lo más llamativo era su baja altura y su aspecto de fortaleza. Al parecer, el edificio fue construido de esta forma para soportar los ataques de piratas bereberes a los que se vio sometida la ciudad durante el siglo XV y XVI.
Cuando salimos de la catedral fuimos a comer a un bar de tapas en el que nos cobijamos un par de horas del inclemente sol almeriense.
La conversación en el bar fue fluida y amena y tratamos temas políticos, socioeconómicos, religiosos y sexuales, ante la mirada escandalizada de los comensales adyacentes, persignándose continuamente ante tanta infamia.
Como aún teníamos una hora por delante hasta nuestra visita a los túneles subterráneos de la Guerra Civil fuimos a una heladerida rioplatense en la que lamemtablemente tuvimos que huir rápidamente cuando Félix empezó a destrozar el decorado de la tienda.
Tras esto acabamos en un bar cuya camarera no superaba los tres lustros ya que no solo los aparentaba si no que además nos miró totalmente estupefacta al pedirle una mera crema de orujo. "Puedes repetirlo?", llegó a preguntar hasta 3 veces antes de pedir que se los deletreáramos. Finalmente desistimos y pedimos un Baileys.
Cuando llegamos a la entrada de los túneles, Antonio el guía borracho nos insistió vehementemente en que fuéramos a la discoteca Mandala, sorprendido ante el hecho de que prefiriéramos hacer turismo cultural en Almería en lugar de tomar de todo menos buenas decisiones en Mojácar.
Cuando le prometimos ir a la salida nos dejó bajar, y mientras andábamos por los angonos túneles nos iba contando historias de la Guerra Civil, lo que nos resultó altamente ilustrativa e increiblemente enriquecedora. No hay túneles que se le parezcan en toda España.
Cuando conseguimos salir eran las 8, hora perfecta para visitar la Alhambra de AliexPress a.k.a. la Alcazaba de Almería.
Dimos una vuelta por dentro que duró una hora y algo, por lo que para no aburrir al lector nos dedicaremos a adjuntar algunas fotos.
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El doctor Jose Larcos informándose sobre las excavaciones arqueológicas acometidas en el patio de la Alcazaba |
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El aljibe |

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Jose, siguiendo el modelo de negocio del Festival de Cine de Almagro, colaborando altruistamente como modelo para el blog |
Con esto dimos por concluida nuestra visita cultural a Almería asi que volvimos al parking.
Tras desembolsar la desorbitada cantidad de 15,80 eurazos pudimos sacar el coche y volver a Almerimar, donde nos cocinamos un revuelto to rico para cenar.
Tras escribir la entrada de ayer y la mitad de esta, sobre la 1 y cuarto nos invadió el sueño y optamos por ir raudos a la cama.
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