De campanas extractoras y acólitos galliformes
Mi madre se trajo hace unos días la nueva campana extractora y el plan de la mañana era cambiarla. Me levanté casi a las 11 y me puse a ello.
La campana vieja |
Quitar la vieja fue mucho más complicado que poner la nueva. Terminé sobre las 2 pero el embellecedor no encajaba del todo bien encima del viejo y no podíamos quitarlo porque los tornillos que lo anclaban a la pared estaban debajo de unas molduras de escayola.
A todo esto vino mi señor padre del campo y después de barajar las opciones que teníamos decidimos que había que quitarlo, pero se fue liando y al final terminamos a las 4.
Cuando acabé con la parte activa de la receta lo programé para que cociera un par de horas y quedé con María. Primero fuimos a lavar el coche.
Y luego al campo a ver fermentar la obra maestra de un alquimista y a predicar la palabra gallinil.

Nos despedimos para cenar en casa, volvimos a quedara para ir a por una cosa a Bolaños y luego a la plaza a tomar unas cerves con los dos compadres que salieron (al final habíamos quedado tarde y Álvaro el rojo optó por quedarse en casa).
Casualmente en la mesa de al lado estaban Diegazo, Carlos et. al. y nos fuimos a la vez, así que María y yo les acompañamos para el paseo nocturno de Roco, volvimos a por el coche y nos terminamos despidiendo a las 3 de la mañana.
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