De osarios quevedianos, actores mediocres y libreros abandonados en gasolineras

Era fiesta nacional, y aunque el plan inicial era pasar el día entero en Infantes, los libreros se autoexplotaron y abrieron por la mañana, así que fuimos para allá después de comer. Yo fui con María y Álvaro se llevó a Jaime, Joseda y Gema.

Natalia nos había preparado varias actividades en el pueblo, aunque para la tristeza de todos no pudo venir por tener que participar en algunas de ellas disfrazada de sirvienta de la baja Edad Media.

Empezamos con una visita por varios sitios típicos del pueblo; un guía nos esperaba en la plaza y nos fue llevando por ellos.



Después de que nos contara un poco la historia del pueblo fuimos a la iglesia que había al lado y nos enseñó el órgano y los restos (mezclados) de Quevedo.


Cuando fuimos a hacerle una foto a la cripta apagaron las luces

Después fuimos a la carcel, que luego funcionó como un silo, y que estaba grabada con algunos de los nombres que los presidiarios que pasaron por ella.



Terminamos en el cuartel de los caballeros de la Orden de Santiago.


De ahí fuimos a una especie de nave decorada con blasones donde un simpático señor presentó la cata de productos típicos del pueblo; paté de perdiz, vinos varios y unas pastitas de naranja to ricas.

No hice foto del sitio pero por aquí se pasaba

Cuando nuestros estómagos se vieron complacidos fuimos a la última parada de la tarde, un teatro en el que una compañía local representaba Otelo.


Aunque el argumento de la obra es correcto el problema fueron los actores; el que no susurraba se trababa, pisaba el diálogo a sus compañeros o se liaba con su propio texto, y ni hablemos del técnico de sonido que andaba loco subiendo y bajando la música de fondo. Por suerte María y yo nos sentamos juntos y nos entretuvimos, pero al resto se le hicieron 2 horas bastante largas. 

Al terminar la obra volvimos a los coches directos con la idea de tomar algo ya en Almagro, pero antes de irnos nos hicimos unas fotos en la plaza para los lectores más incrédulos.


Podríamos haber hecho un triángulo con la altura si no fuera por Joseda



💘

Aunque era mi coche, María fue más rápida y se montó en el asiento del conductor, y tras mucha insistencia al final nos llevó a mi y a Jaime a Almagro (no sin un par de frenadas muy cerca de algunas rotondas),

Tras casi dejar a Jaime en mitad de Bolaños, pedimos una pizza para recogerla al llegar a Almagro y volvimos a Bolaños a cenar en las Nieves.

Al volver a Almagro acerqué a María a casa y tras despedirnos tristes volví a casa, terminé de preparar la maleta y a la 1 y poco programé la alarma para que sonara cuatro horas más tarde y me acosté.

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